Hace 10 años en España estábamos de celebración, sobre todo aquellos que son partidarios de la Monarquía o simplemente del cotilleo. Todo el mundo pusimos la televisión para ver cómo llegaban los invitados a la Catedral de la Almudena, cómo iban vestidos o cuándo iba a llegar la novia. Hablamos de la boda de los Príncipes de Asturias, Don Felipe y Doña Letizia. Él, enamorado, la esperaba en el altar y ella llegaba con el rostro asustado vestida de Pertegaz, bajo una lluvia torrencial que nadie querría para su enlace. Pero el tiempo es así de caprichoso y la historia también. En las bodas reales siempre pasa alguna cosa digna de recuerdo.
Como por ejemplo la boda de Maria Cristina con Alfonso XII, de camino a Palacio una bomba explotó y dejó varias víctimas mortales empañando un día de fiesta. Pero dejemos la historia para otro momento.
Detrás de una boda real, como de otra regia, también hay números, cifras y empresas que son contratadas para este día de boda. Fue el caso del negocio de Cascajares, con sede en Palencia, los que fueron los encargados de poner sobre la mesa de los comensales su famosos capones. Desde la propia empresa comentan a DiarioFinanciero.com que en esos momentos, en 2003-2004 estaban creciendo aunque solamente se dedicaban a la hostelería y no a la venta a particulares y que si no hubiera sido por esta boda, seguramente no se habrían expandido con más líneas de negocio como tienen en la actualidad. Seguramente, viendo como llegó la crisis de 2007, llevándose por delante todo tipo de negocios, entre ellas la hostelería, Cascajares, como muchas empresas habría tenido que luchar contra esta dura recesión.
Es posible, conociendo el carácter perfeccionista de la Princesa, que fuera ésta la que escogiera a Cascajares porque, según cuentan fuentes cercanas a la degustación del menú, Doña Letizia se interesó por la laboral social de la empresa de Palencia.
La boda fue un sábado y el lunes, cuando los Cascajares llegaron a la fábrica había cola de gente que quería encargar capones porque lo habían escuchado en la televisión. Y aquí también hay truco, algo bien pensado por parte del departamento de Comunicación. Del pedido que los hicieron desde el servicio de catering sobraron algunos capones, los cuales se mandaron de regalo a los comentaristas de televisión junto con una tarjeta que rezaba: «Si no puedes ir a la boda de los Príncipes, al menos come como un Rey». ¿Qué pasó? Que los periodistas dijeron el nombre de Cascajares, que se iba a comer en la boda y ¡Chas! toque de varita mágica para las ventas. De facturar 1,5 millones de euros en 2003 han pasado actualmente a 7 millones de euros. Solamente en Navidad venden 20.000 capones, un 1.230% más que después del enlace en 2004 de los Príncipes Felipe y Letizia.
El trabajo, el empeño… y el azar de que te elijan la Casa Real para su celebración son ingredientes para el éxito y el aumento de las ventas.