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La calidad del empleo en España, un 10% inferior a la media de la Unión Europea

La calidad del empleo en España es, de media, un 10% inferior a la media de la Unión Europea, según un estudio publicado en la revista ‘Panorama Social’ (editada por Funcas) que analiza variables no monetarias como la duración de las jornadas laborales, las condiciones contractuales y las perspectivas de desarrollo profesional de los trabajadores españoles.

En este estudio, España se sitúa al mismo nivel que otros países de su entorno como Portugal, Francia e Italia (la peor situación es la griega, un 18% inferior a la media europea) pero muy lejos de Finlandia, país con las mejores condiciones laborales de la Unión Europea -un 7% por encima de la media comunitaria-.

Además, el estudio también analiza la preocupación por el futuro del empleo ante el avance de las tecnologías digitales y su extensión en las últimas décadas.

Diversos autores plantean cuestiones como la de hasta qué punto está justificado ese temor o si caminamos de la mano de la automatización y la inteligencia artificial hacia un escenario de obsolescencia del trabajo humano. En este número se señala la complejidad de los procesos de digitalización del trabajo y sus efectos diversos en las condiciones laborales y de vida en nuestras sociedades.

«La penetración masiva de las tecnologías digitales no reduce necesariamente el trabajo humano y, por tanto, el empleo agregado. Sí supone, sin embargo, un cambio en su composición, así como también en los contenidos y condiciones de los puestos de trabajo. Esta evidencia aconseja enfocar la atención más en cuestiones relacionadas con la calidad del empleo que con su cantidad», señalan desde la publicación.

A este respecto, y si bien la calidad del empleo en España es mejorable, durante el periodo 1995-2015 se ha caracterizado por el significativo avance de las nuevas tecnologías en el espacio laboral, la calidad de empleo «no ha empeorado en el ámbito de la Unión Europea ni en España; antes bien, los datos apuntan a una pequeña mejora en los países periféricos».

Además, del conjunto de artículos de este número de ‘Panorama Social’ se desprende que la penetración masiva de las tecnologías digitales no tiene que sustituir necesariamente el trabajo humano. Este proceso, «conlleva relaciones laborales más complejas, mercados de trabajo más flexibles (en horarios, duración de jornadas y seguridad en el empleo) y desafíos importantes no solo para la gestión empresarial y el rendimiento y bienestar de los trabajadores, sino también para el derecho del trabajo y la regulación política».

EL 37% DE LOS EUROPEOS PODRÍA TELEBRAJAR

En este número de ‘Panorama Social’ también se incide en que a pesar de que las tecnologías, infraestructuras y cualificaciones necesarias para una expansión generalizada del teletrabajo ya estaban disponibles al menos desde hace dos décadas, este seguía siendo hasta principios de 2020 una práctica poco extendida incluso en las economías más desarrolladas.

«Es cierto que la pandemia ha acelerado un proceso de digitalización ya avanzado y maduro, reduciendo resistencias culturales e institucionales que aún lastraban este proceso, pero es dudoso que haya traído un cambio irreversible en la prevalencia del teletrabajo», se señala en la revista.

Asimismo, según varias estimaciones, el 37% de los asalariados europeos podrían, en virtud de la naturaleza de sus empleos, teletrabajar completamente (en el caso español, este porcentaje baja hasta el 34%).

Además, las Encuestas Europeas de Población Activa han mostrado un fuerte incremento del teletrabajo permanente durante la pandemia, desde un 3% para asalariados en 2019 (1,7% en España) hasta un 11% en 2020 (9,5% en España). Sin embargo, a pesar de este aumento sin precedentes (casi un 400% en un año), la cifra sigue lejos del nivel potencial estimado en más de un tercio del total de asalariados (como ya se ha señalado).

Además, los autores señalan que dos terceras partes de esos empleos «susceptibles de teletrabajo» implican interacciones sociales
complejas, por lo que es probable que, tras la pandemia, muchos empleados que hoy todavía trabajan total o parcialmente en remoto, aumenten la presencia física en sus empresas.

Lo que si pronostican los autores del estudio es el uso de redes digitales (plataformas) para coordinar relaciones de trabajo de forma algorítmica, ya que permiten gestionar con mucha eficiencia procesos complejos de trabajo, remotos o no.

«Esta creciente plataformización del trabajo puede sustituir algunas de las funciones tradicionalmente realizadas por niveles jerárquicos bajos e intermedios en las empresas (como la gestión diaria del trabajo y las interacciones entre trabajadores) y difuminar en su seno la diferencia entre posiciones internas y externas (es decir, entre trabajadores y contratistas/clientes)», indican en la revista.

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