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La depreciación del euro y la caída del IPC mejoran la competetividad de la economía española

La economía española continúa estando de enhorabuena. No sólo se incrementan las previsiones de crecimiento sino que también mejora nuestra competitividad exterior en todos los frentes. En concreto, con respecto a los valores del cuarto trimestre de 2013, el ITC (Índice de Tenencia de Competitividad) de nuestra economía fue, el año pasado, un 1,2 por ciento más competitiva que el conjunto de los 28 de la Unión Europea. Más elevadas fueron los porcentajes de mejora registrados frente a los 34 países que integran la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), que se situó en un valor del 3,1 por ciento, así como la de los países BRICS, que se refujo hasta el 5,2 por ciento interanual.

Esta evolución en los índices de competitividad tienen, por otra parte, un denominador común. La depreciación del euro frente a las monedas de otros países, especialmente la libra esterlina, y la caída de los precios (IPC), ayudaron a que la economía española se coloque entre las más competitivas del mundo.

Sin embargo, al análisis, lo más destacado es el 0,9 por ciento de mejora obtenido en el ITC de España versus UEM -18 (países con los que compartimos moneda), ya que la variable del tipo de cambio no es de aplicación, lo que supone que el descenso de los precios marcaron el margen de ganancia.

La fortaleza del sector exportador

Una de las principales bazas que tiene España en los mercados internacionales es precisamente el precio. Nuestras exportaciones compiten más que con calidad con los bajos costes, algo que se refleja en el cálculo de la competitividad del sector exportador.

En tasa internanual, durante el tercer trimestre de 2014 la economía española, ganó un 1,4 por ciento de competitividad frente a la Unión Europea, tendencia que se repitió en el caso de la OCDE con un 1,3 por ciento. No obstante si tenemos en cuenta sólo los nueve primeros meses, mientras que nuestra economía registró una ganancia de competitividad del 0,2 por ciento frente a los países con los que compartimos moneda, perdimos cuatro décimas frente a aquellos que no operan con euros.

B.T.

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