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La mujer y el mundo rural

En este artículo, Virginia Belmar (Departamento de Formación y Consultoría en Grupo Carrillo) explica detalladamente uno de los aspectos que más interés generan en relación con uno de los papeles de la mujer.

Hoy en día, resulta complicado definir de forma específica lo que significa «mundo rural«, ya que lo rural puede estar asociado a núcleos de población inferiores a 2000 habitantes, pero también se puede asociar a comunidades que dependen del cultivo de la tierra o que conviven en cierta armonía con la naturaleza. Por tanto, es un concepto bastante amplio, pero, para acotar, se podría resumir en que el mundo rural es una región o localidad cuyos recursos económicos son actividades de producción de materias primas, agricultura, ganadería o pesca y que se sitúa fuera de las áreas urbanas, alejada de las grandes ciudades y con poblaciones más pequeñas.

Cabe decir que, en la actualidad, el mundo rural está evolucionando. Pero, a pesar de esto, sigue presentando una serie de características propias que lo diferencian de la sociedad urbana. Dentro de estos cambios, la mujer tiene un protagonismo fundamental, por cómo ha evolucionado su posición y por lo que tiene que aportar al desarrollo del su entorno, ya que es un agente clave para conseguir los cambios económicos, ambientales y sociales necesarios para el desarrollo sostenible de la sociedad.

Pero, por desgracia, las mujeres rurales se tienen que enfrentar a una serie de problemas propios del ámbito en el que viven y que les dificultan su evolución como personas independientes en la sociedad.

Principales problemas a los que se enfrenta la mujer en el mundo rural

Falta de asistencia sanitaria, que provoca problemas de salud, no solo física, sino también mental y emocional.

Acceso limitado a la educación, que genera un alto desempleo, que tiene como consecuencia la pobreza, falta de recursos y, además, produce un bajo nivel de aspiraciones y motivación.

Invisibilidad del trabajo. Falta de reconocimiento de sus derechos laborales, inestabilidad, trabajo sumergido… Las mujeres rurales cumplen con su jornada y realizan durísimas labores, pero no queda reflejado en ningún sitio, ni para el conjunto de la sociedad, ni para la regulación laboral.

Sobrecargas familiares, derivadas del mantenimiento de los estereotipos tradicionales, así como de la falta de medios o ayudas para poder compaginar el trabajo dentro y fuera del hogar.

Escasa formación e información, derivada del limitado acceso a la educación y campo fundamental, ya que es el mejor instrumento para acabar con estructuras no igualitarias y equiparar a las mujeres rurales con los varones en el ejercicio de sus derechos, puesto que son la base para construir y cambiar la realidad social

Falta de poder y toma de decisiones. Algo esencial para lograr el éxito en iniciativas encaminadas a mejorar los niveles de nutrición, la producción y la distribución de recursos, etc.

Proyectos, iniciativas y soluciones en apoyo a necesidades básicas

Todo esto lleva a plantear una serie de necesidades básicas de las mujeres rurales, necesidades que reclaman medidas efectivas. Algunas ya se han puesto en práctica, como Programa NOW, impartiendo formación y orientación empresarial y dando asistencia, sobre todo, a las mujeres que querían poner en marcha un negocio para crear su puesto de trabajo en el medio rural; Proyecto «El sentido de los pueblos. La mujer rural protagonista», concedido por la Comisión Europea con el claro objetivo de fomentar los recursos rurales mediante la creación de empleo; el proyecto DULCINEA, para la inserción de la mujer en el sector de la construcción; el proyecto ZELESTE, para favorecer la conciliación familiar y profesional…

Empoderar a este colectivo no solo es fundamental para el bienestar de las personas, familias y comunidades rurales, sino también para la productividad económica general y más si se tiene en cuenta la amplia presencia de mujeres en la mano de obra agrícola a nivel mundial.

Por ello, se hace necesario meditar sobre las posibles soluciones prácticas necesarias y los objetivos que se deben plantear en esta lucha. Una vez evaluada la problemática, los objetivos se pueden sintetizar en los siguientes puntos:

Derecho fundamental a la educación.

Igualdad de género e integración de la perspectiva de género en todas las políticas, planes y estrategias de desarrollo rural y políticas agrarias.

Programas de formación en materia medioambiental.

Acceso a puestos de responsabilidad y al control de recursos productivos.

Instalación de servicios sanitarios, centros de mayores y guarderías.

Reconocimiento social y económico de su trabajo.

Acceso a las nuevas tecnologías de la información.

Incorporación a los grupos de acción local.

Si se consigue empoderar y propulsar a la mujer rural en su integración y reconocimiento social, se estará, sin duda, avanzando en la dirección correcta para alcanzar la verdadera igualdad.

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