Alemania, Suecia y otros países del norte y el centro de Europa celebran cada año en la noche del 30 de abril al 1 de mayo la llamada ‘Noche de Walpurgis’, una especie de ‘halloween’ en la que se dan cita demonios y brujas. Leyendas y hechos históricos confluyen en esta tradición que ha tenido gran impacto en la literatura y el cine.
La cita atrae a decenas de miles de turistas y curiosos cada año y reporta pingües beneficios a las localidades de la comarca de la Sierra del Harz, en el estado alemán de Sajonia-Anhalt. La fecha señalada es la noche del 30 de abril al 1 de mayo y el lugar es la cima del monte Brocken que, con sus 1.142 metros de altitud, es la cima más elevada de esta cordillera. La cumbre está coronada por un enorme repetidor de televisión, pero también allí se encuentran dos lugares mucho más inquietantes, llamados ‘el púlpito del diablo’ y ‘el altar de las brujas’.
La multitud de turistas es recibida al atardecer de ese día por un grupo de mujeres disfrazadas de brujas y por un actor que hace de Satanás. Las brujas bailan alrededor de una gran hoguera al son de los tambores. Luego se disparan fuegos artificiales y finalmente se rinde homenaje a la Reina de Mayo, la patrona de las brujas, que supuestamente traerá salud y fecundidad a la concurrencia.
Alrededor de este llamativo espectáculo, se ha desarrollado toda una pequeña industria de ocio, ya que cerca de la cumbre se ha construido un museo, unos jardines y un hotel con restaurante. Además, los visitantes pueden hacer un pintoresco recorrido por el Parque Nacional del Harz a bordo de un tren de vía estrecha.
Pero este espectáculo anual no se corresponde exactamente con lo que ocurría hace siglos en muchas aldeas de Alemania o de Escandinavia cuando caía la oscuridad de la Walpurgisnacht, la noche en la que el temor y las supersticiones se apoderaban de los vecinos.
Existía la creencia de que esa noche las brujas organizaban en la montaña aquelarres en los que adoraban al Diablo. Para defenderse de las brujas, los lugareños iluminaban las calles con hogueras, colgaban crucifijos en las puertas de las casas y esparcían sal delante del umbral. Las campanas de la iglesia sonaban durante toda la noche y los hombres solteros formaban patrullas para vigilar las aldeas hasta que amanecía.
Lo que dio lugar a este fenómeno de superchería colectiva es todavía hoy un misterio. Se cree que en todo ello confluyen muchas tradiciones, algunas de ellas muy antiguas. De hecho, la llegada de la primavera, al igual que el paso del verano al otoño, era un hito que se prestaba a las celebraciones nocturnas en culturas como la germánica o la céltica. No es del todo casualidad que los irlandeses y escoceses festejen en la víspera del primer día de mayo la noche de Beltane o de Belenos, nombre que se dice que proviene del dios Baal, una velada que también transcurre alrededor de las hogueras.
Pero sin duda quien más ayudó a afianzar la leyenda del Monte Brocken y la noche de Walpurgis fue Goethe al escribir su famoso drama «Fausto», que se estrenó en 1819. En una de las escenas de este drama, Mefistófeles conduce al protagonista hasta el citado monte para que pueda presenciar una ceremonia de culto al diablo, precisamente durante la noche de Walpurgis. La descripción del lugar que el autor alemán hace en las acotaciones a la obra es apocalíptica: «Rayos y truenos en la cumbre. Un volcán arrojando una peña inmensa. Humo horrible. Hay a su alrededor un pueblo enorme. (…) Están en el círculo más próximo. Apenas alguien puede resistir el calor. (…) Discursos de Satán. Presentación; investiduras. Medianoche. Desaparición de la fantasmagoría. Vulcano. Rumor y tumulto inauditos. La tempestad explota».
UNA SANTA QUE LLEGÓ DESDE INGLATERRA
La noche de Walpurgis toma su nombre de santa Walpurga o santa Walburga, un personaje histórico que a primera vista se nos antoja bastante alejado del mundo de las brujas. Walpurga nació en Sussex en el año 710. Se dice que era hija del mítico rey san Ricardo y sobrina por parte de madre de san Bonifacio y, por parte de padre de san Willibando y de san Winibaldo. Era una familia que rezumaba santidad por los cuatro costados.
En su Inglaterra natal, Walpurga llevaba una tranquila vida de monja benedictina hasta que a la edad de 38 años recibió la encomienda de su tío san Bonifacio de partir junto con un grupo de religiosas hasta la lejana Germania con el fin de establecer allí un monasterio que apuntalara la naciente iglesia en aquellas tierras. Partieron en barco con buen tiempo pero en mitad de la travesía se desató una espantosa tormenta. Dice la tradición oral que Walpurga subió a cubierta y rezó de rodillas. Al momento, la tempestad se calmó. La fama de este prodigio le precedió en su viaje por el continente europeo.
Tras pasar un tiempo en Amberes, la religiosa recaló en Alemania donde al cabo de unos años se convirtió en abadesa del monasterio de Heidenhelm, lugar donde permaneció hasta su muerte a los 69 años de edad. Falleció el 25 de febrero de 779, motivo por el cual este día se celebra su fiesta en algunos países.
Sin embargo, en Finlandia, Suecia y Baviera su fiesta se celebra en la fecha en que sus restos fueron trasladados a la villa de Eichstadt por el obispo de esta diócesis. Esto ocurrió el 1 de mayo del año 870. De ahí que la víspera de esa fecha haya recibido el nombre de Noche de Walpurgis. Por cierto que 13 años después de este traslado, el obispo de Eichstad abrió la tumba de la santa para extraer una reliquia y encontró que de sus restos manaba un precioso y límpido aceite. Este óleo fue después durante años envasado y utilizado como un ungüento al que se le atribuían propiedades curativas.
EN LA LITERATURA Y EN EL CINE
Además de Goethe, muchos son los escritores que han hecho mención a la Noche de Walpurgis en sus obras. Por supuesto, no podían faltar referencias a tan tenebrosa noche en los libros de H.P Lovecraft, autor de referencia de los relatos de terror. Por su parte, Bram Stoker en su primera versión de «Drácula», incluyó un primer capítulo titulado «El invitado de Drácula», en el que un cochero recomienda al viajero que no se demore porque es la noche de Walpurgis. La escena quedó también recogida en la mítica adaptación cinematográfica que hizo Tod Browning en 1931 y que protagonizó Bela Lugosi en el papel del conde vampiro.
Ya en épocas más recientes, dos son los autores de éxito que se han interesado por la leyenda de la Noche de Walpurgis. Uno es Stieg Larsson, autor de la famosa trilogía Millenium, quien en «Los hombres que no amaban a las mujeres», cuenta que su personaje Lisbeth Salander cumple años ese día. Por otra parte, se sabe que J.K. Rowling, la escritora que dio vida al niño mago Harry Potter, buscaba un nombre para la secta de los seguidores de Lord Voldemort y, antes de decidirse por llamarlos Mortífagos, había pensado en denominarlos caballeros de Walpurgis.
EL ESPECTRO DE BROCKEN
Cuarenta años antes de que Goethe diera fama al monte Brocken, este ya fue objeto de comentarios debido a la misteriosa aparición de un espectro. Este inquietante episodio tuvo lugar en 1780 cuando el físico Johann Silberschlag ascendió hasta la cima. Una vez allí, el pobre hombre se quedó petrificado al divisar una silueta humana de enormes proporciones flotando y moviéndose en el aire. La misteriosa figura iba vestida completamente de negro y la rodeaba una especie de aura luminosa con los colores del arco iris.
Silberschlag, que era hombre de ciencia, no se dejó atrapar por el pánico e investigó la misteriosa aparición hasta darse cuenta de que lo había visto no era otra cosa que su propia sombra proyectada sobre un cúmulo de nubes. Se trata de un fenómeno que se produce en la alta montaña cuando el sol está bajo y proyecta sus rayos sobre algún mar de nubes. Desde entonces, este efecto es conocido con el nombre de espectro de brocken, en honor al lugar donde fue divisado por primera vez.
Fuente: Servimedia