La revolución digital y los riesgos políticos: nuevos retos de la banca para el CEO del Banco Santander

Según el Consejero Delegado del Banco Santander, José Antonio Álvarez, los resultados positivos de la banca española están de vuelta desde 2014, tras un largo y doloroso camino hacia el saneamiento; sin embargo, «todo indica que el proceso no ha finalizado». Espera por tanto que continúe la concentración del sector mediante la fusión y adquisición de entidades, lo cual supondrá más reducción de oficinas y plantillas, si bien hay margen para que estas últimas sean reconvertidas. Así lo ha hecho saber el directivo bancario este miércoles durante el Coloquio «Evolución y revolución del sector financiero: lecciones de la crisis», organizado por la APD (Asociación para el Progreso de la Dirección) y Axis Corporate.

La crisis financiera de 2008 significó un parteaguas para el modelo de negocios de la banca. El foco principal de inversores y especialistas se ha trasladado desde la liquidez y los beneficios de las entidades para situarse en la solvencia (respaldo de los créditos de los bancos con capital propio) y adecuación de las entidades a los requerimientos de capital que la nueva regulación impone. A esta normativa más estricta se suma un conjunto de «nuevos retos» derivados de un entorno duradero de bajos tipos de interés, la aparición de competidores digitales (entre ellas las denominadas ‘fintech’) y, sobre todo en el caso de Europa, riesgos políticos que eran impensables hace más de una década.

La revolución digital y el ‘blockchain’

Las últimas revoluciones tecnológicas han traído consigo otros desafíos para los bancos. Uno de ellos es «redefinir la relación con el cliente». En un mundo donde el usuario accede a la información de manera instantánea y gratuita se impone un «cambio de paradigma». Antes los bancos lanzaban productos y servicios intentando «adivinar lo que quería el cliente»; el ‘Big Data’ supone que ahora es posible -e indispensable- diseñar productos y servicios a partir de las necesidades reales de las personas y empresas. Por tanto, según Álvarez una de las claves del éxito a futuro será la capacidad de «leer bien los problemas» del usuario. Para ello, «el análisis de datos facilita esto infinitamente» a partir de la «aplicación de algoritmos para aprender sobre el cliente».

Además, la revolución digital ha permitido la aparición de nuevos competidores que no están gobernados por la misma regulación del sector financiero tradicional. En este sentido el banquero calificó de «preocupante» que en Europa, «en aras de una supuesta innovacion», se haya favorecido el crecimiento de las ‘fintech’ que operan bajo regulaciones distintas. Precisó además que en la medida en que los bancos «interaccionemos con estos nuevos entrantes se puede generar un problema de confianza que contagie a la banca».

La competencia con los entrantes digitales obliga a que los bancos aceleren su digitalización. Según el expositor, hoy en día los clientes «van al banco 18 veces al mes» (si se incluyen visitas por ordenador, tablet o móvil) mientras que el número de «clientes que no pasan por la oficina» está creciendo. Sin embargo, adaptar el modelo actual a las tendencias digitales es costoso. En el caso de Banco Santander la inversión prevista es de 6.500 millones de euros al año, de los cuales 2.000 millones corresponden a software.

En cuanto al potencial de la tecnología ‘blockchain’ aseguró que «si somos capaces de solucionar los problemas técnicos que aún presenta» es «enormemente atractiva». Sostuvo además que más allá de estos problemas, «el ‘blockchain’ está aquí para quedarse».

Bajos márgenes de rentabilidad

Álvarez también se refirió a la política monetaria contractiva de los bancos centrales, en particular del Banco Central Europeo, como uno de los factores que han puesto a prueba la capacidad de los bancos para sostener los márgenes de rentabilidad. Estos márgenes son hoy cuatro veces menores en media a los que había antes de la crisis, debido en buena medida a unos tipos de interés en mínimos históricos. Sobre este punto precisó que los margenes de la banca estadounidense aunque bajos son «aceptables», lo que no ocurre en Europa donde siguen siendo «muy bajos».  Agregó además que en el viejo continente el coste del capital permanece por encima (8%-10%) de la rentabilidad (5%-7%).

Riesgos políticos 

Por otra parte, mientras antes los riesgos políticos estaban «circunscritos a países emergentes» ahora existen también en «democracias maduras, donde ganan candidatos con propuestas no ortodoxas». En el caso europeo, estos riesgos afectan directamente el coste de financiación de los bancos a través de su exposición a la deuda soberana de los países del euro.

Sin embargo, para Álvarez el caso de la actual crisis política italiana «no tiene nada que ver con lo ocurrido en 2012» (crisis de la deuda soberana de la periferia europea). Opina que se trata más bien de un tema coyuntural y que, a diferencia de 2012, hoy la economía italiana muestra más dinamismo y crecimiento bajo pero positivo.

Nuevos riesgos legales y reputacionales

Durante su exposición, Álvarez ha señalado que los riesgos legales y reputacionales antes eran mucho menores. Tras la crisis, pasaron de ser solo «parte del anexo» a situarse en la «primera página».  Para las entidades uno de los grandes costos de la crisis ha sido la gestión de estos riesgos, que muchas veces se han traducido en importantes multas por incapacidad o lentitud de los bancos para adecuarse legal y culturalmente a los nuevos marcos normativos. El hecho de que los «ratios de adecuación de capital» (proporción del activo bancario respaldado con capital) se hayan más que duplicado, pasando de 5-6% en 2007 a 11-12%, ilustra, según Álvarez, el gran aumento que ha experimentado el riesgo de incumplimiento legal para la banca.

No habrá «burbuja» inmobiliaria

Sobre la posibilidad de que se esté gestando una nueva burbuja inmobiliaria el directivo fue tajante al negar que este sea el caso. A su manera de ver lo que muchos toman por «burbuja» no es sino «la vuelta (recuperación) del consumo, la cual tiene una correlación muy alta con la vuelta del consumo de bienes duraderos» (inmuebles y vehículos, entre otros), debido a una mayor confianza en la economía. Y afirmó que «en la medida en que la economía siga creciendo no existe riesgo de una burbuja».