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La UE aprueba las nuevas reglas para evitar financiar más proyectos de energía fósil

Los países de la Unión Europea han adoptado este lunes el nuevo reglamento sobre redes transeuropeas de energía (TEN-E, por sus siglas en inglés) que establece los criterios que se seguirán para invertir en infraestructuras energéticas en la Unión Europea y adecuarlas al objetivo de ser neutral en carbono en 2050, por lo que excluye a los combustibles fósiles.

El Consejo adoptó este nuevo reglamento que pretende mejorar la integración del mercado energético comunitario así como la seguridad y la competitividad del suministro. El reglamento se centra en el despliegue de activos de energías renovables y las redes de distribución para ello, por lo que excluye del acceso a fondos europeos a las tecnologías fósiles, como los proyectos vinculados al petróleo y el gas.

La adopción de esta nueva norma llega tras el acuerdo alcanzado el pasado diciembre en el Parlamento Europeo y es el último paso del procedimiento, por lo que entrará en vigor una vez sea publicado en el Diario Oficial de la Unión Europea.

El nuevo reglamento simplificará y acelerará la autorización de procesos y pone el foco en las fuentes de energía renovable, incluyendo en este cómputo las redes inteligentes de gas, y abre la puerta a la cooperación no vinculante en el ámbito de la planificación de redes marinas.

El reglamento busca adaptar la normativa a los nuevos objetivos climáticos de la UE para 2030 y 2050 y para ello renueva las categorías de infraestructuras que se podrán beneficiar de ayudas europeas, con un «nuevo foco» en redes eléctricas marinas, infraestructuras de hidrógeno o redes inteligentes.

España figura en varios de los proyectos de conexión de infraestructuras energéticas prioritarios, entre ellos la conexión a través de redes de distribución eléctrica entre el norte y el sur de Europa, incluyendo el área mediterránea y la Península Ibérica para integrar las electricidad procedentes de fuentes renovables y fomentar la integración del mercado.

España también se integra dentro del proyecto para desarrollar redes de distribución de energía eólica marina para parques ‘offshore’ en el océano Atlántico, así como puntos de almacenamiento energético, redes de distribución de hidrógeno y el despliegue de electrolizadores para obtener hidrógeno a partir de agua.

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