Las praderas submarinas muestran signos de recuperación en Europa por las acciones llevadas a cabo para mejorar la calidad del agua, según un estudio en el que han participado investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Según informó este viernes el CSIC, esta recuperación se atribuye a las acciones de gestión realizadas para mejorar la calidad del agua impulsadas por las administraciones locales, nacionales y europeas.
Sin embargo, el estudio, publicado en la revista ‘Nature Communications’, también destaca que una tercera parte de estos ecosistemas ha desaparecido debido al deterioro de la calidad del agua, a una enfermedad que afectó a la especie ‘Zostera marina’ y al desarrollo costero, con los picos de pérdida más importantes en los años 70 y 80.
Los científicos han empleado para su investigación registros desde 1869 que incluían series temporales sobre extensión y densidad de las praderas submarinas en 737 puntos a lo largo de la costa de 25 países europeos.
Estos ecosistemas consisten en plantas con flores (no son algas) que ocupan extensas áreas en las zonas costeras. Son clave para mantener las pesquerías, juegan un importante papel en el secuestro del carbono procedente de la atmósfera, aportan protección a la costa y en ellas habitan especies amenazadas como los caballitos de mar.
RECUPERACIÓN EN EL SIGLO XX
La primera autora del trabajo, la investigadora Carmen B. de Santos, del Centro de Ciências do Mar (Portugal), explicó que “nuestro estudio muestra que Europa ha perdido en los últimos 150 años un tercio de las praderas submarinas, lo que significa que ya no disponemos de los beneficios que aportaban”.
Según Rui Santos, investigador del mismo centro, los resultados “son muy alentadores, al contrario que la tendencia global. En Europa, las tasas de pérdida empezaron a ralentizarse a finales del siglo XX. En algunas regiones se han recuperado las praderas submarinas de especies de crecimiento rápido. Todo ello da esperanza a los esfuerzos de conservación de las praderas y aporta resultados positivos a acciones de conservación como la mejora de las áreas marinas protegidas y la disminución del aporte de nutrientes”.
La investigadora del CSIC Teresa Alcoverro, del Centro de Estudios Avanzados de Blanes, subrayó que “de hecho, esta desaceleración de las tendencias de pérdida de praderas comenzó después de que se adoptaran políticas e iniciativas de gestión para reducir la eutrofización o contaminación por exceso de nutrientes, incrementar las áreas marinas protegidas y mejorar la salud de las aguas costeras a nivel nacional y subnacional y, posteriormente, de la Unión Europea”.