Los economistas aguan la Navidad a Montoro: «no cumpliremos con el objetivo de déficit»

De no continuarse con las reformas España no será capaz de afrontar el cambio de ciclo marcado por las subidas de los tipos de interés y del precio del petróleo

A Cristóbal Montoro le ha caído ‘el Gordo’ siete días antes y a cinco de las elecciones. Si a principios de mes la AIReF (Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal) alertaba del riesgo de incumplimiento de los objetivos de déficit por parte de las Comunidades Autónomas (CCAA), hoy ha sido el Instituto de Estudios Económicos (IEE) quien aguaba las Navidades al Ministro de Hacienda y daba la razón al organismo que preside José Luis Escrivá.

«No se va a alcanzar el objetivo de déficit por las desviaciones de las CCAA», afirmaba el presidente del IEE José Luis Feito, que adelantaba que éste «se situará en el 4,6 por ciento», es decir, cuatro décimas por encima de compromiso adquirido con Bruselas. Y eso habiéndose descontando la décima por el ahorro de 12.000 millones de euros que ha generado el ‘crack’ del crudo así como la que se ha ‘raspado’ al excluir los 1.000 millones de euros del incremento de deuda autonómica, decisión que se adoptaba en el Consejo de Ministros del pasado viernes.

Dichas previsiones, que se recogen en el Informe de Coyuntura Económica del último trimestre de 2015 y que lleva por título Reformar y Corregir los desequilibrios para blindar el crecimiento, se justifican en que a pesar del incremento del 6 por ciento de la recaudación -frente al 1,4 por ciento de gasto- y de que hasta el mes de septiembre la balanza de pagos registraba un saldo inferior al objetivo del 4,2 por ciento del PIB, la «fuerte estacionalidad negativa del último trimestre» abocará a un incumplimiento de facto.

En este sentido el documento de 34 páginas culpa también al desfase casi crónico en la caja de la Seguridad Social cuyos ingresos crecen a ritmos del 0,5 por ciento mientras que el gasto, sólo en pensiones, lo hace al 3,2 por ciento. Ésto se traduce en que a final de año el déficit del ente «fácilmente podría alcanzar el 1,2 por ciento del PIB», es decir, el doble de lo previsto (0,6 por ciento).

De cara al año próximo se dejará sentir el efecto arrastre y los economistas del instituto vaticinan un cierre en el entorno del 3,4 por ciento del PIB, seis décimas por encima de lo que se recoge en el cuadro macro del Gobierno.

Sin embargo el déficit no es lo único que preocupa a los expertos, tal y como explicaba Feito, el superávit de la balanza por cuenta corriente «rondará este año el 0,9 por ciento del PIB y el 0,8 por ciento el que viene. No obstante dado el «crecimiento vigoroso» de la economía española que se ha visto favorecido por una coyuntura de tipos de interés bajos y la caída del precio de las materias primas «el superávit debería haber sido superior al uno por ciento».

Deuda, riesgos y populismo

A todo ello se suma el crecimiento de la deuda pública que parece haberse abonado al porcentaje del 99,3, lo que en términos absolutos significa 1.062.315 millones de euros, todo ello habiéndose beneficiado de circunstancias marcadas por intereses «muy reducidos». Elevado nivel de endeudamiento sobre el que el ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos reconocía ayer mismo durante el homenaje al profesor del IESE Business Scholl, Rafael Termes, hacen que «España sea vulnerable a shocks externos».

Aún así, el titular de Economía se mostró optimista y quizá el haber conseguido reducir la deuda privada en 40 puntos del PIB (400.000 millones de euros) en la última legislatura y la estabilización del ratio deuda/PIB, le animó a afirmar que «el año que viene se va a reducir (la deuda pública) y cerraremos el año en cifras próximas al superávit primario». Previsión que dado, en palabras de Feito, lo «muy cuidadoso del ministro», espera se cumplan «podría ser, pero la realidad es que, dada la coyuntura, no sólo debería haberse alcanzado este año sino que debería haber estado por encima», apostilla el economista.

En línea con todo lo anterior y amén de las incertidumbres a las que nos enfrentamos tras lo que ocurra el próximo domingo en las urnas, lo cierto es que tarde o temprano la FED decidirá subir los tipos de interés y los precios del petróleo iniciarán su escalada. El cambio de ciclo y el no haber corregido «lo suficiente» los desequilibrios hace que a dos años vista y una vez agotada la «inercia poderosa» del crecimiento «vigoroso» de la economía española, el futuro sea «peligroso. Porque cuando se produzca esta situación los mercados volverán a poner el foco en el déficit y el saldo por cuenta corriente de la balanza de pagos», explicaba Feito, quien advertía que de no corregirlos además «del impacto negativo de la subida de tipos sufriremos también el de la subida de la prima de riesgo».

Con el objetivo de evitar esta situación desde el Instituto elevan varias demandas. Además de superar «el populismo económico y el travestismo de algunos partidos políticos» que pretenden deshacer las reformas e invertir los ajustes en «lo que es la receta infalible que nos permitirá viajar en el tiempo y volver a posiciones de 2008 – 2010 (caída masiva del PIB, un incremento desmesurado del desempleo, huída de las inversiones, etc…)» se deben «efectuar reformas adicionales».

Medidas que no gustan «ni se cuentan» en los programas de los partidos políticos por impopulares pero que se prometen necesarias para «blindar» el crecimiento económico en el entorno del 3 por ciento y que pasan «indudablemente» por la creación de empleo.

Mercado laboral más flexible

Precisamente y en relación al mercado laboral, Feito ha sido muy claro «se denigra el empleo temporal olvidando que cualquier tipo de empleo es mejor que el paro». No obstante y pese a que las políticas puestas en marcha por el Gobierno del Partido Popular han conseguido que «el mercado funcione» se debe continuar profundizando en la reforma laboral.

Así, las previsiones de crecimiento del 2,8 por ciento el año próximo, sólo se sostendrán si se corrigen las «disfunciones» actuales, para lo que es imprescindible frenar la destrucción de empleo a partir de una mayor «flexibilidad que se ajuste a criterios como la movilidad geográfica o la pérdida de remuneración antes que recurrir al despido».