La tecnología actual de los vehículos eléctricos no ha alcanzado la madurez suficiente como para convertirse en el sustituto real del vehículo convencional de motor de explosión, pese a que el eléctrico sea un vector importante en la reducción de la contaminación urbana, según un informe de la Comisión de Transportes del Colegio de Ingenieros Industriales de Valladolid que preside José Ramón Perán, colegiado por Valladolid, director de Cartif y profesor emérito de la Universidad de Valladolid.
Entre ellas, la dificultad para encontrar algunas de las materias primas, como el litio y otros componentes de las baterías, y la escasa autonomía de los modelos fabricados en Europa, en los cuales una conducción deportiva puede condicionar hasta un 50% la ya reducida autonomía.
Además, el estudio destaca que aún no se sabe cuál será el destino final de las baterías inservibles, que por el momento son almacenadas por los fabricantes porque no se ha encontrado aún un reciclado óptimo.
En cuanto a los vehículos eléctricos movidos por motores de pila de combustible, alimentados por hidrógeno, el texto apunta que no poseen las limitaciones de autonomía ni de tiempo de recarga, pero su desarrollo tecnológico y comercialización están todavía muy retrasados, a lo que se añade el elevado precio del hidrógeno.
Otra limitación muy importante para la expansión del coche eléctrico es la ausencia de una infraestructura adecuada de electrolineras o gasineras para hidrógeno. El documento subraya que construir una red de estaciones de recarga no solo implica un coste inasumible actualmente, sino que plantea además problemas relacionados con la alta potencia que requiere la descarga rápida o las dificultades técnicas de las gasineras.
Sin embargo, los investigadores reconocen la idoneidad de la progresiva instalación de puntos de recarga en los aparcamientos, tanto particulares como públicos, pero recuerdan que el 85% de los vehículos ‘duerme’ actualmente en la calle.
El informe del Colegio de Ingenieros Industriales estima que hasta dentro de diez años no se producirá previsiblemente una utilización masiva del coche eléctrico, pero, según el consenso de los expertos, los costes de fabricación y venta serán superiores en al menos un 25% sobre los modelos similares de los actuales vehículos convencionales.
Asimismo, la investigación sigue avanzando en los vehículos de combustión hacia otras alternativas como los combustibles sintéticos; entre ellos, los procedentes de la biomasa. En este sentido, Perán se muestra convencido de que, en el plazo de cuatro o cinco años, habrá vehículos de combustión no contaminante «que darán la batalla a los eléctricos; y asistiremos a la batalla de la motorización con gas natural muy perfeccionado en sus distintas versiones».
EMISIONES DE GASES DE EFECTO INVERNADERO
Perán destaca que, desde el punto de vista de la lucha contra el cambio climático, el coche eléctrico es tan contaminante como el diésel actual, «contamina igual o más en lo que se refiere al impacto de las emisiones de gases de efecto invernadero si se tiene en cuenta el ciclo de completo de vida del vehículo, sin olvidar la emisión de partículas contaminantes provocadas por el rozamiento de los neumáticos y los frenos».
El experto señala que el eléctrico es más eficaz desde el punto de vista la polución urbana y es especialmente adecuado en trayectos cortos y sobre todo en áreas metropolitanas. Por su parte, el diésel que actualmente se fabrica, que cumple las normas medioambientales europeas, ofrece muy buenas prestaciones en todo tipo de trayectos.
Según el proyecto Life Gystra, financiado por la Comisión Europea, en el cual se midieron las emisiones reales de diferentes vehículos en el área metropolitana de Madrid, los verdaderamente contaminantes en circuitos urbanos son los vehículos antiguos o los modernos mal mantenidos.
En la carrera por reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2), algunos fabricantes han apostado también por la transformación de coches antiguos, diésel o gasolina. Así, gracias a las tecnologías actuales, aquellos vehículos se convierten ahora en «muy poco contaminantes» y vuelven a circular cumpliendo la normativa actual.
Ejemplo de ello es Renault, que reciclará en su planta de Sevilla 10.000 vehículos al año, con el objetivo de dar una segunda vida a los coches usados. «Una iniciativa que implica, además, dar un paso de gigante hacia la economía circular en la industria del automóvil», asegura Perán.