Los jóvenes que no usan o no frecuentan las redes sociales sienten que están en riesgo claro de exclusión y marginación por parte de su grupo de iguales ya que o todo pasa en las redes sociales, o las cosas que pasan fuera se gestionan y preparan en ellas. Quien no participa de esta dinámica relacional es considerado “raro” o “independiente”. No estar “a la última” o no saber gestionar bien ambas presencias (real y virtual) supone quedarse “out”.
Éstas son algunas de las principales conclusiones extraídas del estudio “Jóvenes y Comunicación. La impronta de lo virtual”, elaborado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, un centro privado creado por la FAD (Fundación de Ayuda contra la Drogadicción). El estudio analiza la manera en que las nuevas tecnologías, especialmente las redes sociales, influyen en la comunicación y en la socialización entre la población joven de 16 a 26 años.
Saber buscar coherencia entre el perfil de las redes y el real
Según el discurso de los propios jóvenes, aprender a compatibilizar el yo online (dentro de la red) y el yo offline (fuera de la red, en la interacción presencial) es fundamental ya que se trata de dos caras de una misma moneda, elementos complementarios que deben ser coherentes y equilibrados, en ningún caso contradictorios. Por eso en ningún caso consideran aceptable mentir en la exposición online, por ejemplo.
Los jóvenes no se relacionen menos por pasar más tiempo en las redes sociales, sino que se relacionan de otra manera. De hecho, con las redes sociales sus relaciones se hacen más complejas y numerosas. Lo que en cierta medida supone también un doble riesgo.
Frente al lenguaje oral y gestual de la comunicación cara a cara para transmitir las cosas “importantes y serias”, el lenguaje escrito online (con ayuda del audiovisual y los emoticonos) genera una comunicación distinta: flexible, tendente a la intrascendencia y a la anécdota.
Un complicado equilibrio
Con las redes sociales, las relaciones se hacen más complejas y los jóvenes deben encontrar el equilibrio entre el estar siempre presente (consideran fundamental estar siempre localizables, siempre disponibles por “si ocurre algo”), y que esa exposición no traspase los límites deseables de uso normalizado.
Pese a todo ello, el discurso mayoritario de adolescentes y jóvenes es positivo: disfrutan de las ventajas y las comodidades que les ofrecen las redes sociales y pagan con aparente gusto lo que interpretan como contrapartidas menores. En definitiva, aceptan las ventajas de las redes sociales (eliminan la vergüenza o la timidez, democratizan el flirteo, posibilitan mantener mayor número de relaciones incluso con personas muy alejadas físicamente) y también los posibles inconvenientes.