Es fácil distinguir a una persona con una actitud positiva de una persona con actitud negativa. Si se puede escoger, las personas dirán que prefieren ser positivas y estar acompañadas de gente positiva. Eso llevaría a que todos fuesen positivos y, sin embargo, la realidad muestra que no lo son y que todos están rodeados de personas que tampoco lo son. Hay que pensar que cada uno en su trabajo, en los estudios e incluso dentro de las familias. En todos algunos de esos ámbitos se encontrará a personas que se identifican perfectamente como negativas, catastróficas y derrotistas. Si esto es así, ¿acaso es no se puede escoger?
Mucha gente piensa que no. Hasta hace pocas décadas, las personas pensaban que la actitud era fruto de dos factores: uno era la genética, y se decía que “es así por su forma de ser” o «es así por naturaleza», como si hubiese un elemento interno inmutable que forma parte de la propia esencia. El otro es la suerte y se decía “es así porque la vida le sonríe”. Se diferencia así a personas a las que les pasan cosas buenas, que, por lo tanto, tienen en consecuencia una actitud positiva, y a personas no tan afortunadas, que no les queda otra que tener una actitud negativa.
Según esta lectura del ser humano, la actitud sería una interacción entre cromosomas y fortuna.
Sin embargo, las investigaciones en el ámbito de la psicología han demostrado que esa perspectiva tan reduccionista está bastante desencaminada. Si bien es cierto que la base genética, así como las circunstancias de la vida, pueden tener una influencia en la actitud, hay otros factores claramente decisivos que pueden lograr una actitud positiva o la contraria.
¿Cómo tener una actitud positiva?
La actitud positiva puede entrenarse, del mismo modo que se fortalecen los músculos en el gimnasio o que las personas se vuelven expertas pianistas si dedican tiempo a saber cómo tocar y practican un poco cada día.
Se ha hablado con el psicólogo de Valencia Fernando Pena, presidente de la Asociación Española de Psicología Sanitaria AEPSIS, y director del Centro de Psicología Calma Al Mar, quien ha compartido las claves que tendría que tener este entrenamiento.
La primera clave es asumir que la realidad, al igual que una montaña, puede ser vista desde diferentes perspectivas. Todas las realidades tienen múltiples enfoques, y cada uno de ellos ofrece diferentes imágenes con diferentes emociones asociadas. La gente negativa, por inercia, no solamente se ubica en el enfoque más catastrófico, sino que además no parece sentirse a gusto aceptando otros enfoques más positivos. Si se quiere mejorar la actitud, el primer paso es abrir el abanico de posibilidades y ver las ventajas, avance, mejora o aprendizaje que se pueden obtener de esa situación concreta.
La segunda clave es no tomarse las cosas personalmente. “Las personas somos egos con patas”, afirma el psicólogo. Las personas tienden a ponerse a la defensiva a la mínima y a pensar que algo que han hecho o dicho es por ellos mismos. La realidad es que cada uno se comporta por múltiples razones, y ellos mismos rara vez son el motivo que genera eso. Es algo a lo que Fernando Pena ha dedicado el último capítulo de su último libro Las 10 claves del bienestar. La última de estas 10 claves es “Deshazte del ego”, y es que es el ego una de las piedras más grandes que entorpecen el camino de la felicidad.
La tercera pauta de entrenamiento es el agradecimiento. El psicólogo comparte cómo se da por sentado todo lo bueno que ofrece la vida, sin pararse a pensar en la suerte que se tiene por cada uno de esos detalles. Dedicar un rato cada día para valorar y agradecer todas las cosas buenas que han pasado durante el día, y todo lo bueno que tienen en la vida, hace que el cerebro focalice su atención en esos detalles y los mantenga más tiempo en mente, comenta Fernando Pena.
La cuarta clave parte de identificar y reducir las quejas y las críticas. Las quejas y las críticas constantes pueden tener un impacto negativo en el bienestar emocional, aumentando el estrés, la ansiedad y la insatisfacción general. Al identificar y reducir estos hábitos, se puede experimentar una mayor sensación de paz interior, satisfacción y felicidad. Todo ello convierte la actitud positiva en un nuevo hábito.
¿Qué beneficios se consiguen si se tiene una actitud positiva?
Fernando Pena cuenta que observado en su consulta de psicología en Valencia, en sus pacientes, cómo tener una actitud positiva estaba vinculado con diferentes beneficios que han sido planteados por investigaciones en diferentes universidades. Algunos de los que más destaca son los siguientes:
Mejora del bienestar mental
Reducción del estrés y la ansiedad: la Universidad de California en Berkeley encontró que las personas con una actitud positiva tienen niveles más bajos de cortisol (la hormona del estrés) y menor riesgo de sufrir ansiedad y depresión.
Mayor felicidad y satisfacción con la vida: estudios de la Universidad de Warwick en Inglaterra han demostrado que las personas con una actitud positiva son más felices y tienen una mayor satisfacción con la vida en general.
Mejora de la salud física
Fortalecimiento del sistema inmunológico: la Universidad de Carnegie Mellon en Pensilvania descubrió que las personas con una actitud positiva tienen un sistema inmunológico más fuerte y son más resistentes a las enfermedades.
Mejora de la salud cardiovascular: la Universidad de Harvard encontró que las personas con una actitud positiva tienen un menor riesgo de sufrir enfermedades cardíacas.
Mejora del rendimiento académico y laboral
Mayor rendimiento académico: investigadores de la Universidad de Illinois encontraron que los estudiantes con una actitud positiva tienen mejores calificaciones y son más propensos a graduarse.
Mayor éxito laboral: en la Universidad de Michigan encontraron que las personas con una actitud positiva son más exitosas en su trabajo y tienen más probabilidades de ser promovidas.
Mejora de las relaciones sociales
Mayor atracción social: investigaciones de la Universidad de Toronto encontraron que las personas con una actitud positiva son más atractivas para los demás y tienen más amigos.
Relaciones más fuertes: desde la Universidad de Rochester se encontró que las personas con una actitud positiva tienen relaciones más fuertes y duraderas con sus parejas, familiares y amigos.
Por todo ello, concluye el director del centro de psicología Calma Al Mar, que tener una actitud positiva puede ser facilitado con un entrenamiento dirigido y además puede repercutir en múltiples beneficios.
Los profesionales de la psicología están acostumbrados en las consultas a potenciar la capacidad de las personas para lograr una actitud positiva, creando programas de entrenamiento personalizados que logran profundos resultados.