Los mercados descartan una relajación de la postura de paloma (dovish stance en jerga anglófona) del Banco Central Europeo (BCE) en su reunión de política monetaria del próximo jueves 26 de abril. En su comunicado de la reunión de marzo pasado el Consejo de Gobierno del BCE había suprimido la frase: «si las perspectivas fueran menos favorables, o si las condiciones fueran incompatibles con el progreso de la senda de inflación, el Consejo de Gobierno está preparado para ampliar el volumen y/o la duración del programa de compras de activo». Ello otorgó una ligera esperanza a los «halcones» (aquellos que esperan un endurecimiento de las condiciones monetarias) de que el fin del ciclo expansivo del BCE podría llegar antes de lo anticipado.
Sin embargo, el Presidente del emisor europeo, Mario Draghi, se ha mostrado públicamente contrario a que un cambio prematuro en la postura del banco -por ejemplo, un incremento de tipos- acabe por fortalecer el euro en un contexto de «amenaza de proteccionismos» y «guerras comerciales». A este factor se suman indicios de ralentización de la economía de la zona euro que han aparecido en las últimas semanas. Por ejemplo, la información mensual del PMI (purchasing manager’s index, o índice de gestores de compra) de la actividad comercial ha estado por debajo de las expectativas de mercado, y aunque permanece cómodamente por encima del umbral clave de 50, analistas como los de la fintech Ebury España consideran que estos resultados podrían anunciar «que el crecimiento general podría disminuir en el segundo trimestre». Además, desde Ebury remarcan que los indicadores de sentimiento económico (reflejo de las expectativas de inversores y empresarios) sugieren que «la confianza en la zona euro es débil mientras que la producción industrial se ha contraído en los últimos tres meses consecutivos por primera vez desde 2012».
Un tercer factor que reforzaría la postura actual del BCE es la persistencia de la baja inflación en la zona de la moneda común, que en marzo se situó bien por debajo del objetivo de 2% (1,3%). Analistas de la citada firma apuntan además que «la inflación subyacente, el mejor predictor de la inflación futura, ha sido particularmente suave, no logrando superar el uno por ciento por sexto mes
consecutivo en marzo».
Basados en la cautela que ha prevalecido en la Directiva del BCE en el pasado, estos factores sugieren a algunos analistas que en la próxima reunión del jueves 26 el emisor europeo podría retrasar aún más el fin del Programa Ampliado de Compras -la versión europea del Quantitative Easing o QE americano- previsto en principio para el último cuatrimestre de este año.
Puesto que Draghi ha dejado claro que una subida de los tipos de referencia del BCE no ocurrirá antes del fin del QE, un entorno de tipos de interés crecientes no se vislumbraría hasta entrado el 2019. Por tanto, si los mensajes de la próxima reunión apuntan en esta dirección podría haber cierta repercusión bajista sobre el euro. Ello obligaría a su vez a una corrección de las previsiones del mercado, cuyo consenso anticipa hoy una apreciación de la moneda común desde el rango actual de 1,22 – 1,24 USD/EUR hasta 1,28 -1,30 al cierre del año.