Ribera declaró a los periodistas antes de comparecer en la Comisión de Transición Ecológica del Congreso de los Diputados que actualmente hay “un cambio importantísimo en los patrones de movilidad en todas las ciudades del mundo, tanto en las megaurbes asiáticas o de América Latina como en las grandes ciudades europea”.

“Me parece muy razonable y muy normal que la alcaldesa de una gran capital europea como es Madrid plantee medidas para facilitar una movilidad de calidad, pero que afecte cada vez en menor medida posible a la salud de los ciudades. Evidentemente, el diésel tiene los días contados. Durará más, durará menos, pero sabemos que el impacto es lo suficientemente importante como para ir pensando en un proceso de salida”, explicó.

Ribera subrayó que esas medidas regulatorias deben ir acompañadas de “facilidades” que permitan cambiar las formas de desplazarse en vehículos privados y recalcó que el Gobierno se plantea qué “señales fiscales y regulatorias” aplicará para “acompañar a las grandes ciudades en ese proceso de cambio”. “Forma parte de la agenda poder trabajar con los alcaldes por ciudades sostenibles, ciudades compatibles con un clima sano y con un aire sano”, apostilló.

Respecto a qué diría a los ciudadanos que acaban de comprarse un coche diésel, Ribera indicó que “en gran medida conocen cuáles son las consecuencias de la calidad del aire” y que “el coste de comprar un coche nuevo de una categoría o de otra no está reflejando el coste real del impacto que tiene ese coche”.

“Evidentemente, no se puede culpabilizar a quien compra. Un consumidor responsable es lo mejor que podemos tener, pero por encima de eso y para facilitar comportamientos de consumidor responsable tenemos que asegurarnos que las señales de mercado y las señales fiscales nos permitan discriminar de una manera intuitiva, natural, sin tener que hacer un análisis profundísimo”, concluyó.