Casa Asia: “La situación en Japón tras el tsunami no es tan grave como se podía esperar”

El PIB del país apenas se ha contraído un 0,7%, una cantidad bastante moderada si se tiene en cuenta que las pérdidas derivadas de la catástrofe alcanzarían el 5% del volumen económico del Estado. “Dentro de lo malo, la situación no es tan terrible como pudiera parecer. Aún quedan muchos aspectos por resolver, pero la reactivación de la producción industrial y los trabajos de la primera fase de reconstrucción ya están en proceso”, explica Jensana.

El director del Departamento de economía y empresa de Casa Asia achaca este reducido impacto del terremoto a la capacidad que, a su entender, tiene este país para colaborar y mantenerse unido ante este tipo de desastres. No es la primera vez que sucede algo similar, ya que Jensana compara esta situación con la que se vivió hace apenas diecisiete años tras el terremoto de la ciudad de Kobe. “El pueblo japonés siempre se ha comportado de manera impecable. Las empresas y los ciudadanos colaboran, y con esos antecedentes esperamos que la evolución de este desastre siga un camino parecido”, comenta el experto. De todos modos, Jensana reconoce que aún quedan muchas incógnitas por resolverse y mucho camino por hacer.

La vuelta a la normalidad tras el terremoto

Entre todos los problemas que enfrenta Japón en esta remontada hacia la situación existente antes de la catástrofe del año pasado, Amadeo Jensana cita como uno de los principales el que se cierne sobre el sector energético. Buena parte de su actividad nuclear se encuentra parada por tareas de mantenimiento y por las precauciones que obliga a tomar el daño causado por el fenómeno natural. “Actualmente 52 de los 54 reactores nucleares del país están cerrados. Ya en abril, esperamos que haya un apagón nuclear”, anticipa el director del departamento de economía de Casa Asia. Ese cese de la actividad de este tipo de energía es un foco de división y debate en la sociedad japonesa. Por un lado, están los favorables a abandonar la energía nuclear, por otro, aquellos que entienden que el coste de renunciar a su utilización es demasiado elevado para la economía nipona. Junto a este dilema, el país se enfrenta al de encontrar alternativas.

Ese es un problema al que Amadeo Jensana descarga de cierto peso al señalar que la gran disciplina del pueblo japonés convierte en una alternativa factible la que es quizás la más fácil de elegir, la del simple ahorro energético. “La torre de Tokio lleva sin luz muchos meses, y tanto empresas como hogares están aplicando medidas de ahorro de energía”, una buena muestra del compromiso de los japoneses con las vicisitudes a las que se enfrenta su economía. Otra alternativa, que en este caso implica un coste, es el de la implantación de fuentes de energía renovables. Aunque ese camino impondría un encarecimiento de la factura energética japonesa, Jensana destaca que el Gobierno del país está importando ya grandes cantidades de gas licuado.