Día 1 en Italia después de Berluconi. Jornada para que Mario Monti empiece a pensar cuál va a ser el equipo que le va a acompañar para cambiar el rumbo económico del país. No lo va a tener fácil, en especial porque va a tener que recomponer una estructura gubernamental hecha a imagen y semejanza de Silvio Berlusconi.
Monti llega al poder gracias a un acuerdo de unidad nacional, exactamente igual que ha ocurrido en Grecia con Lucas Papademos. Dos hombres cercanos a Europa que, sin duda, van a aplicar las recetas que dicte Bruselas para intentar recuperar la confianza de los mercados. Sin embargo, ya hay quien alerta de que esa cercanía también les puede pasar factura interna en un período de tiempo no demasiado largo.
Los Gobiernos de unidad nacional son realmente positivos en momentos críticos, pues sirven para aunar al país en torno a una causa común, y poner a la mayoría a remar en la misma dirección. Lo que no se puede olvidar es que esa interinidad tiene un límite de tiempo, en especial cuando se va a tocar el bolsillo de los ciudadanos. De ahí que tanto Montti como Papademos no pueden olvidar que han llegado donde están por la presión de los mercados, y que tan pronto como llegaron pueden irse: bien por la situación económica, bien por el hartazgo de sus ciudadanos si llegan a relcamar ejecutivos democráticamente elegidos.