En los últimos cuatro años más de 1'5 millones de ellos han elegido o más bien se han visto obligados a escoger esa opción. Todos comparten un mismo perfil: tienen una carrera universitaria que les avala y en su mayoría son ingenieros, arquitectos e informáticos y hasta están bautizados, se les conoce como la generación JESP -jóvenes emigrantes sobradamente preparados-.
Según el estudio elaborado por la federación FENAC, esta fuga de cerebros supondrá una zancadilla para nuestro país ya restará valor añadido a la economía. Además, lejos de reducirse, parece que la tendencia seguirá creciendo, de hecho desde que comenzó la crisis hasta hoy en día las cifras han aumentado más de un 25%.