En su primer discurso como nuevo director general de la FAO hace unas pocas semanas, Jacques Diouf avisaba: los altos precios de los alimentos han venido para quedarse durante varios años… Lo cierto es que los precios de las materias primas alimenticias se habían mantenido relativamente constantes durante la década de los 90. Pero en el 2008, una subida espectacular hizo que se superara la barrera de las más de 1.000 millones de personas que pasan hambre en el mundo. O lo que es lo mismo: una sexta parte de la población mundial.
Desde entonces, el precio de estas materias primas parecía haber llegado a un punto de no retorno… Ocho meses consecutivos de subida desde julio de 2010, llevaban a cereales como el maíz o el trigo a incrementar su precio casi un 80%. Sin embargo, agosto marcaba un impass en la volatilidad de estas materias y, a excepción del azúcar, empezaban a mostrar una tendencia bajista. Y es que, según explica Daniel Pingarrión, analista de IG Markets, el precio de estas materias primas volverá a bajar:
¿Qué está detrás de esta volatilidad?
Dos son los motivos que se señalan como causas de este alza del precio de los alimentos de los últimos meses… Por un lado, las malas cosechas en algunos de los principales países exportadores de cereales. Las recientes inundaciones en Pakistán, Australia o Estados Unidos, y las sequías en Rusia o Argentina han reducido de manera importante la cosecha. Un hecho que ha afectado de manera importante a la oferta. Pero a la vez, hemos asistido a un gran aumento de la demanda a nivel mundial. Así lo explica Enrique Yeves, Jefe de la Oficina de Información de la FAO para España y Andorra:
Se trata de una de las ecuaciones más simples de toda la economía: cuando hay menos oferta y mayor demanda, la consecuencia lógica es el aumento del precio. Pero en esta ecuación, hay que añadir otro factor: la especulación. Y es que según el Parlamento Europeo, el 50% del incremento del precio de los alimentos se debe a movimientos especulativos. “El refugio de los fondos de inversión que se retiraron de las materias primas en los años más duros de la crisis, ahora están volviendo para obtener más rendimiento, aunque sea a costa de vidas humanas”, critica Yeves. Una volatilidad que no puede desligarse de las oscilaciones del dólar. “Puesto que la mayoría de estos alimentos cotiza en dólares, los movimientos de esta divisa afectan muchísimo al precio de las materias primas alimenticias”, explica Pingarrión.
El uso de los biocombustibles es otro de los factores que se barajan como causa de la actual volatilidad de las materias primas alimenticias. Sin embargo, desde la FAO lo tienen claro: “el problema no es el uso de biocombustibles, sino utilizar grandes zonas de cultivo de cereales para otros usos”.
Proponiendo soluciones
Conscientes de la amenaza que suponen las variaciones de los precios de los alimentos, la comunidad internacional, liderada por el G20 y bajo la presidencia del dirigente francés Nicolas Sarkozy, señalaba este año que toda estrategia debe tener como mayor prioridad la protección de los países y los grupos vulnerables. Además, Estados Unidos, junto con la Unión Europea, están examinando la posibilidad de mejorar el marco reglamentario de los mercados de futuros.. Sobre todo teniendo en cuenta que la ausencia de estos marcos regulatorios ha hecho que las inversiones en productos alimentarios se hayan disparado, pasando de 35.000 millones a 300.000 millones de dólares en cinco años. Sin embargo, los expertos defienden que el mercado de futuros ya es suficientemente transparente. Eso sí, apuestan por lograr una mayor estabilidad en cuanto a las normas de garantías:
Lo que sí que parece necesario es una apuesta decidida de los gobiernos por la agricultura, algo que, según denuncian desde Naciones Unidas, no está ocurriendo. Incluso señalan que en los países empobrecidos, sólo el 4% o el 5% de sus recursos internos se dedican al sector agrícola. Sin embargo, este organismo sigue apostando porque podremos alimentar a los 9.000 millones de personas que seremos dentro de 40 años.
Pero para ello, señala, hay que invertir en sistemas de riego eficaces, gestión de tierras, investigación en semillas mejoradas y leyes mas equitativas en el comercio internacional.