Hay vida en el lugar más profundo del planeta

 

  Esta zanja de sedimentos tiene casi diez veces más bacterias que los de la llanura abisal que rodea a la profundidad del agua mucho más superficial de agua a unos 5 o 6 kilometros, según la investigación, publicada en 'Nature Geoscience'.

   Las zanjas de aguas profundas actúan como puntos calientes de actividad microbiana, ya que reciben un flujo inusualmente alto de materia orgánica, formada por animales muertos, algas y otros microbios, procedente de los alrededores mucho más superficiales del mar de fondo. Es probable que parte de este material salga de las profundidades menos profundas durante los terremotos, que son comunes en el área.

   Así que, a pesar de que las profundas fosas marinas como la de las Marianas sólo son el 2 por ciento del Océano Mundial, tienen un impacto relativamente mayor en el balance del carbono marino y, por lo tanto, en el ciclo global del carbono, explica el profesor Ronnie Glud, del Centro Nórdico de Evolución de la Tierra en la Universidad del Sur de Dinamarca.

   Ronnie Glud e investigadores de Alemania (HGF-MPG Grupo de Investigación en Ecología de aguas profundas y Tecnología, del Instituto Max Planck de Bremen y el Instituto Alfred Wegener de Bremerhaven), Japón (Agencia Japonesa de Ciencias Marinas y Tecnología), Escocia (Asociación Escocesa de Ciencias Marinas) y Dinamarca (Universidad de Copenhague) exploraron las partes más profundas de los océanos.

   Uno de los métodos del equipo fue medir la distribución del oxígeno en los sedimentos de la zanja, ya que puede estar relacionado con la actividad de los microbios. Estas mediciones a grandes profundidades son técnica y logísticamente difíciles de realizar pero necesarias para obtener datos precisos sobre los índices de actividad bacteriana.

   "Si consultamos muestras del fondo del mar para investigar en el laboratorio, muchos de los microorganismos que se han adaptado a la vida en estas condiciones extremas mueren por los cambios de temperatura y presión. Por lo tanto, hemos desarrollado instrumentos que lo pueden realizar autónomamente preprogramando rutinas de medición directamente en el lecho marino, a la presión extrema de la Fosa de las Marianas", explica Glud.

   El equipo de investigación diseñó, conjuntamente con diversas empresas, el robot submarino que se encuentra a casi 4 metros de altura, pesa 600 kg y que, entre otras cosas, está equipado con sensores ultrafinos que se insertan suavemente en el fondo del mar para medir la distribución de oxígeno a una alta resolución espacial.

Un mundo de microorganismos

   "También hemos hecho vídeos desde el fondo de la Fosa de las Marianas y confirman que hay muy pocos animales grandes a esas profundidades. Más bien, nos encontramos con un mundo dominado por los microorganismos que se han adaptado para funcionar con eficacia en condiciones muy inhóspitas", afirma Ronnie Glud.

   La expedición de la Fosa de las Marianas se llevó a cabo en 2010. Desde entonces, el equipo de investigación ha enviado su robot bajo el agua al fondo de la Fosa de Japón, que está a unos 9 km de profundidad y para este año se está planeando una inmersión en la segunda trinchera más profunda del mundo, los 10,8 kilómetros de profundidad de Kermadec-Tonga Trench, cerca de las islas Fiyi, en el Pacífico.

  "Las zanjas de aguas profundas son algunos de las últimas manchas blancas que quedan en el mapa del mundo. Sabemos muy poco acerca de lo que está pasando ahí abajo o que el impacto que tienen las zanjas de aguas profundas en el ciclo global del carbono, así como la regulación del clima", subraya Glud. Así, los investigadores están muy interesados ??en describir y entender las comunidades únicas de bacterias que prosperan en estos ambientes excepcionales.

   "Los datos desde múltiples trincheras de aguas profundas nos permitirán conocer cómo son las condiciones generales en las profundidades extremas, además de las condiciones específicas para cada zanja particular, que pueden experimentar regímenes de deposición muy diferentes, lo que contribuirá a nuestra comprensión general de la Tierra y su desarrollo", concluye Ronnie Glud.