Los problemas de la banca no han hecho más que empezar, al evidente reto de deshacerse del enorme stock inmobiliario que las entidades mantienen, se le añade una dificultad añadida a la hora de desprenderse de las viviendas embargadas: El precio que estas marcan ahora ha caído un 43%, con respecto al valor que alcanzaron en el momento del embargo.
Así lo apunta Fitch, que hace evidente además el interminable proceso por el que las entidades venden alguno de sus inmuebles, la agencia lo cifra en unos 13 meses de media. Un plazo que puede ampliarse en los próximos trimestres, dado que la banca ha cambiado sus prioridades, y se ha fijado como objetivo inicial optimizar sus balances y desbloquear los préstamos de consumo.
Una situación que hará, según la firma, que el ajuste del sector no se estabilice hasta – al menos – 2013, con un 2012 bastante complicado.
En concreto, Fitch justifica su previsión en dos aspectos. Por un lado la fuerte contracción del crédito. En 2011 se han concedido una media de 38.000 créditos hipotecarios al mes, una cifra muy alejada de los 105.000 préstamos que se concedía allá por 2005. "Esto coloca al mercado de la vivienda bajo una presión mayor de dos formas: por un lado, ya que sólo los compradores de mejor 'calidad' tienen acceso a la financiación, por lo que el grupo de posibles compradores de los bienes se reduce automáticamente; y en segundo lugar, cualquier nueva deuda sólo está disponible en unas duras condiciones de crédito", señala el estudio.
Una situación que no se solucionará por el momento, dado que las condiciones de fluctuación de crédito no se recuperará el año que viene, dado que el acceso de los bancos a la financiación sigue siendo limitado y costoso, sin tener en cuenta el alto volumen de morosidad que presentan algunas de la entidades españolas.
Por otro lado, la caída de la construcción de viviendas de obra nueva están pasando factura a la banca. El número de construcciones iniciadas durante el año 2010 representó el nivel más bajo desde que comenzaron los registros en 1980, equivalente a sólo el 10% de los volúmenes registrados en los años de auge entre 2004 y 2006.
Un duro reto, que afronta una complicada situación con la que – de momento – ni bancos, no Gobierno han dado.