La operadora pretende colocar un nuevo bono de referencia con vencimiento a cuatro años con el que Telefónica aspira a hacerse con 1.000 millones de euros.
Todo ello cuando la de César Alierta sigue en el punto de mira. Primero fue Standard & Poor's la que rebajó a mediados de agosto la calificación crediticia a largo plazo de la operadora en un escalón, de“A-” a “BBB+”. Un primer palo que puso en sobreaviso a Moody's y Fitch que comenzaron a sospechar de la compra de Vivo por parte de Telefónica. Aunque Fith mantuvo su consejo, a Moodys no le pareció suficiente y cambió la perspectiva de positiva a estable.
Que se acabe quemando o no ahora depende del mercado y de Banca IMI, Deutsche Bank, Société Générale CIB y UBS, las entidades que han sido elegidas por Alierta para colocar los bonos.