Una buena forma de encarar este 2012 que ahora empieza, y que se presenta duro (y mucho), es cambiar el “chip” de nuestra conciencia política. Dos preguntas tendrían que ocupar ahora nuestras mentes… ¿Quién va a arreglar esto? Y sobre todo ¿Cómo lo va a hacer?. Automáticamente la mirada se dirigirá a los nuevos gobernantes que ocupan esos cómodos asientos de piel del ejecutivo. El reto es duro, en eso estamos todos de acuerdo, pero esperemos que realmente cumplan con el rezo de su eslogan de hace mes y medio, “lo primero el empleo”.
Mariano Rajoy, el mandamás, el hipotético salvador de nuestro estado del bienestar parece estar trabajando duro en ello. Con sus dos escuderos, De Guindos y Montoro, tendrá que enfrentarse a capa y espada con nuestro más terrible demonio. Y todo ello con el tradicional escollo en este tipo de lances, los señores del la CEOE y de los sindicatos. Señores que con sus batallas privadas y su falta de responsabilidad evitan que la luz ilumine el camino de la recuperación laboral.
Pero con turrones y mazapanes todavía bajando por nuestros gaznates, las 322.286 personas que perdieron el empleo el el último mes de 2011 no es el único dato que preocupa. La digestión navideña nos la está dificultando también la viabilidad de nuestra Seguridad Social. Este año, y por primera vez, entra en déficit, algo que no pasaba desde el año 1999. 355.000 afiliados menos es el balance de noviembre y la cosa no tiene visos de mejorar. Datos que nos hacen plantearnos el tiempo y forma de nuestra jubilación y si algún día podremos disfrutar medianamente de nuestro tan ansiado retiro.
Las tareas pendientes para el año que acabamos de estrenar se acumulan por tanto como los trastos en el desván. Cosas rotas que hay que arreglar sin saber muy bien cómo. El déficit, en el 8%, desviado gravemente de los compromisos con Europa y que posiblemente traerá consigo sacrificios a la griega difíciles de soportar por nuestra acomodada sociedad. El sector financiero, que no termina de encontrar su equilibrio pese a los continuos reajustes y reestructuraciones, una tarea pendiente que debe finalizar cuanto antes para poder mirar hacia delante con entidades fuertes y sanas. Y por último, pero no menos importante, limpiar la imagen de España en el exterior, volvernos a presentar como la gran potencia que somos, esa tierra de conquistadores con coraje que frente a viento y marea defienden sus fueros e impresionan al mundo.
Así que lo dicho, no perdamos el ánimo, luchemos en este 2012 por conseguir nuestras metas y arreglemos este “fregao” en el que nos encontramos lo antes posible.
Ah, y por cierto… ¡Feliz año!