Arriesgar en los que creemos

Talento. En unos tiempos en los que tanto se mitifica el talento parece obligado preguntarse si el talento viene constituido solo por aquello que hemos recibido (dones) como sería la inteligencia o en el talento influyen también las decisiones y las elecciones que tomamos a lo largo de la vida (amabilidad, servicio, disponibilidad, audacia, etc.) Es decir, deberíamos preguntarnos si cuando hablamos de talento estamos hablando tan solo de algunas competencias profesionales o de la totalidad de la persona. Y esta diferenciación no es baladí. Al fin y al cabo, son esas elecciones las que al final de nuestros días nos permitirán mirar hacia atrás y contemplar la vida que habremos construido y si de la misma nos sentiremos plenamente orgullosos.

Libertad. Es cierto, somos lo que elegimos ser, somos el fruto de nuestras decisiones. Y aquí entra en juego la libertad, nuestra libertad de elegir. Es desde nuestra soberanía desde donde tomamos la decisión de ser lo que elegimos ser, es nuestra responsabilidad la construcción de persona que queramos ser. El maravilloso relato que Viktor Frankl realiza en su obra El hombre en busca de sentido es diáfano en este sentido: “El hombre no está totalmente condicionado y determinado; él es quien determina si ha de abandonarse a las situaciones o hacer frente a ellas. En otras palabras, el hombre se determina a sí mismo. El hombre no se limita a existir sino que siempre decide cuál será su existencia y lo que será su minuto siguiente”.

Ética de las decisiones. En su discurso, Bezos nos plantea también cómo desde esa libertad tomamos decisiones y si las mismas se fundamentan en valores sólidos. Se corre el riesgo de autoseducirse con los propios dones. Por ello, nos planteará en términos de preguntas si cuando hagamos un repaso de nuestra vida habrán sido nuestros valores los que nos habrán llevado a elegir servicio y aventura en lugar de comodidad. Si fue desde esos valores cuando fuimos capaces de pedir disculpas en lugar de engañar. Es decir, si construimos un auténtico ser humano, seguramente lleno de fallos y muchas dudas, pero con toda la dignidad, grandeza y nobleza que un ser humano íntegro implica. Bezos nos está proponiendo una profunda reflexión acerca de quiénes somos y acerca de quienes queramos ser. Y puede que de esa reflexión surja la necesidad de recorrer un camino porque lo que somos es posible que no sea lo que un día anhelamos y puede que no sea lo que un día queramos ver si echamos la vista atrás.

Riesgo. Bezos ha sido un emprendedor. Durante un tiempo reflexionó acerca de su trabajo y acerca de la idea que tenía en la cabeza. Le preocupó más lamentarse el día de mañana por no haberlo intentado que por haber fracasado. Pensó que debía darse esa oportunidad. Decidió seguir su pasión y su voz interior (algo contra lo que muchos alertarán). Algo muy parecido a lo que relataba Steve Jobs en su discurso en la Universidad de Stanford. Decidió un día comenzar a escribir su vida partiendo de cero y, a partir de ahí, construir una gran historia, la suya propia. No es poca cosa.

Algún día me gustaría escuchar de boca de un empresario o de un directivo español un discurso similar.

Por cierto, los abuelos paternos de Jeff Bezzos son de un pueblo de Valladolid, Villafrechós. Y él parece que ya ha visitado esa localidad más de una vez. Desconozco si es a ellos a quien se refiere en su relato.

Emilio González Quirós
Experto en consultoría