Vuestras horas están contadas

La tonadilla de “yo no he sido, y la mayoría no somos corruptos” ya no cuela, amiguetes míos. Estáis pringados hasta las orejas: en el mejor de los casos por mirar hacia otro lado, en el peor por haber pasado de oficio a clase, y de clase a casta. Os creéis inmunes, intocables y dichosos por vuestra impunidad, pero vuestras horas están contadas como las estuvieron las de Luis XVI o las de Nicolás II de Rusia. Solo que vosotros ni siquiera podéis presumir de sangre azul.

Habéis llegado a un punto en el que a pocos les importa vuestro futuro particular. Que os encarcelen o que os acaben linchando es solo una cuestión de matices en cuanto a la crueldad que os cabría ser aplicada, pero forma parte de un único guión: el del tiempo que tarde el personal en sacaros a gorrazos de unas instituciones que utilizáis únicamente para vuestro propio lucro y beneficio. Ayer con la construcción. Mañana con la Sanidad. Pero, repito, vuestras horas están contadas. Tiempo al tiempo.