Crece la desigualdad en la Unión Europea: Coeficiente de Gini y presión fiscal

No parece lógico que nadie vaya a apoyar esas ayudas si estadísticamente se demuestra que los ciudadanos españoles, por ejemplo, poseen de media más riqueza que un ciudadano alemán.

Me alegro que nuestros colegas de Sintetia, Abel Fernández y Javier García hayan explicado estas controversia en una interesante publicación hace unos días (¿son los alemanes más pobres que los españoles?), donde contravienen a importantes publicaciones económicas de la altura de Financial Times (en “Poor Germans tire of bailing out eurozone”) y Wall Street Journal (en “Europe’s Poorest? Look North”).

Aclaradas estas disputas, quisiera regresar sobre el posible incremento de las desigualdades económicas en la UE y las repercusiones que tendrá sobre nuestra economía. Precisamente, había hablado el año pasado sobre la cuestión de “La desaparición de la clase media”, y las graves consecuencias que este hecho ocasionará probablemente a nuestra economía en su conjunto, llegando a la conclusión que una buena parte de la culpa de la crisis económica internacional (con excepciones, lógicamente), vendría motivada por una “ineficiente distribución de la renta”, intentando relacionar este hecho con la “generación de nuevas crisis económicas”.

Para profundizar más en este análisis he regresado nuevamente al conocido Coeficiente de Gini, como la medida por la que podemos comparar las desigualdades entre países, o determinadas áreas geográficas en general.

Cae en mis manos un interesante análisis por parte de nuestro colega de Bruegel, Guntram B. Wolff, con el sugestivo título de “Inequality and adjustment in Europe”, utilizando el Coeficiente de Gini como una de los medios para averiguar si hay alguna relación entre las políticas de “austeridad” en los países de la UE y el incremento de las desigualdades (sobra decir que recomiendo mucho la lectura de los artículos de Bruegel).

El siguiente gráfico elaborado por Guntram B. Wolff, con datos de Eurostat, analiza la evolución del Coeficiente de Gini (en este caso prefiere usar el índice, que no es otra cosa que el coeficiente multiplicado por 100) de los países de la UE en los años 2007 y 2011, con algunas conclusiones interesantes:

Se incrementan las desigualdades en el conjunto de la Eurozona y en la Unión Europea a 27 países (la totalidad).

Las desigualdades, a diferencia de lo publicado por Wall Street Journal y Financial Times, se ha reducido en algunos países centrales, especialmente Holanda, Estonia y, sí, también Alemania.

En algunos países, especialmente España y Francia, el empeoramiento ha sido llamativo.
Países como Grecia, Portugal e Italia, que han tenido que desarrollar políticas económicas de austeridad, han visto mejorar la distribución de la renta.

Concluye que, por la observación del Coeficiente de Gini en estos países, no se aprecia una relación entre las políticas restrictivas y el empeoramiento de la distribución de la riqueza.
 

Entonces, ¿qué motiva ese empeoramiento del coeficiente de Gini si no son las políticas de austeridad?

1. Como hemos visto, a simple vista no hay relación entre políticas restrictivas y empeoramiento del índice de Gini. Analizando los países donde se han producido mayores ajustes, podemos ver que, por ejemplo en el caso de Grecia, Portugal e Italia el coeficiente incluso ha mejorado. Por tanto, no parece que una política restrictiva conduzca a una mayor desigualdad.

2. Intentando vincular el incremento del desempleo con las desigualdades, entendiendo que una persona cuando entra en esa situación sufre una merma importante de sus ingresos y por tanto, pasaría a engrosar la zona baja de los datos que se utilizan para elaborar el coeficiente de Gini, haciendo que se incrementen las distancias con las zonas medias, pero especialmente con las altas. Vemos de forma clara que para los casos de España y Francia sí se cumple el supuesto (incrementos de las tasas de desempleo y empeoramiento de la distribución de la riqueza al mismo tiempo),

Pero vemos también que países como Grecia, Italia y Portugal, a pesar de empeorar sus tasas de desempleo, la distribución de la riqueza mejora. Por tanto, esta suposición tampoco parece que sea el origen del problema.

Independientemente de que se trate de una cuestión ideológica o no, de que se trate de justicia social o no, sin que debamos los economistas minusvalorar este problema, lo cierto es que desde el punto de vista estrictamente económico, una mala distribución de la renta conduce, en mi opinión, a crisis duraderas y a pérdidas importantes de competitividad por los argumentos desarrollados en “La desaparicición de la clase media”, “crisis por ineficiente distribución de la renta” y “relación entre distribución de la renta y generación de crisis económicas”.

Guntram B. Wolff no puede llegar a ninguna conclusión de por qué se produce una variación en los coeficientes de Gini con una falta de correlación entre éstos y las tasas de desempleo y de las políticas económicas restrictivas e invita a otros analistas a profundizar en esta cuestión que considera de vital importancia ya que afectará a las sociedades y al futuro de la propia UE, en lo que estoy convencido.

Pero, ¿qué otra cuestión se nos puede estar escapando en este análisis? En mi opinión, se trata de las diferencias en las políticas fiscales sobre los diversos países de la Unión, y más exactamente en los tipos impositivos aplicados por tramos en los impuestos sobre la renta de las personas físicas.

Si consideramos que la finalidad de aplicar diferentes tipos impositivos es la de la redistribución de la renta y hacer a, través de un supuesto Estado del Bienestar, que las rentas sean los más equitativas posible en aras de lograr un entorno donde la igualdad de oportunidades sea justa, resulta que nos encontramos con que en España los tipos impositivos aceleran su ascenso en tramos bastante bajos de la escala de rentas.

Si comparamos estos tramos con los aplicados para Alemania, por poner un ejemplo, nos encontramos con que la presión fiscal comienza a estar al 40% sólo con alcanzar los 33.007 euros de renta, frente a los 18-19% en Alemania. Para este último país, tener una renta bruta de por ejemplo 50.000 euros representa tener un tipo medio impositivo del 26-27% y para llegar a nuestro 40%, un alemán debe tener unos ingresos de 300.000 euros según el gráfico siguiente (datos para 2010)1:

Por tanto, vemos que en España se penaliza directamente a la maltrecha clase media, y no a las clases realmente altas (no creo que nadie entienda que ganar 33.000 euros brutos anuales sea pertenecer a la clase alta, más bien a la clase media-media o media-baja). Eso quiere decir que la supuesta redistribución de la renta, no es tal en el caso de España, sino un simple y vulgar mecanismo recaudatorio para sostener un Estado hipertrofiado.

No incluyo la infinidad de impuestos locales, autonómicos,… tasas de todo tipo aplicadas a los más elementales servicios, sólo me he ceñido al impuesto sobre la renta de las personas físicas.

Para que esta redistribución de la renta sea realmente eso, los tramos para aplicar los tipos más altos, deberían ser en la tendencia de Alemania y no penalizar a la clase media.

Si a esto unimos un sinfín de bonificaciones a las grandes corporaciones, existencia de paraísos fiscales donde algunas grandes fortunas evaden impuestos, subvenciones encaminadas a contentar el abundante clientelismo político, que lo único que consiguen es mantener un entramado de empresas no competitivas,… viendo como los tipos impositivos de estos grupos son ridículos en relación a la presión fiscal que soporta una familia media española, nos encontramos con que se “machaca” directamente a las clases medias. Y todo ello, dentro de la legalidad que nos han impuesto.

Entonces, ¿no se trata estas diferencias en los tipos impositivos según tramos de renta de la respuesta que buscamos y que justifica el incremento de las desigualdades económicas entre los ciudadanos y el empeoramiento del Coeficiente de Gini?

 

Manuel Caraballo Callero
Economista