Cuarto y mitad

Uno de los factores más graves con los que se puede encontrar un país en crisis es el descenso del consumo, por aquello de que eso implica disminución en ventas, cierre de empresas y por consiguiente más paro. En 2011 consumimos menos que en 2010 y se espera que la caída sea mayor para este año. Encima el gasto de los alimentos siguió subiendo y eso hace perder capacidad adquisitiva. Volviendo al consumo el Ministerio del ramo ha presentado el estudio del año pasado con conclusiones a tener en cuenta. Los jubilados y pensionistas incrementaron sus compras un 3% porque ahora, muchos de ellos tienen a su cargo a familiares y conocidos en situaciones de desempleo o con serios problemas para llegar a fin de mes. En cambio en el resto de los mortales, las familias con hijos a cargo, el consumo desciende un 5%. La crisis además nos ha hecho cambiar nuestros hábitos. Compramos menos merluza fresca y más congelada, más latas y conservas que verduras y hortalizas de la huerta. Preferimos o mejor dicho nos vemos obligados a adquirir el aceite de girasol en lugar del de oliva y en vino pues vamos al de mesa para el dia a día y el crianza si eso, para ocasiones especiales. Compramos además productos de marcas blancas, utilizados ya por el 92% de los españoles de forma habitual y elegimos supermercado no en función de la calidad y sí del precio. ¿Esto en qué se traduce? En que las marcas pierden, y por tanto las empresas que las representan, no digamos las superficies pequeñas y medianas que imposibles de competir con los gigantes de precio barato se ven obligadas a colgar el cartel de cerrado. Pese a lo que les he relatado un Informe de Coca-Cola asegura que en 2011 un 70% de los españoles fue feliz. ¿Y por qué no serlo? Al fin y al cabo, la mortadela mala, mala, tampoco está.