En lo más álgido del siguiente ciclo de crecimiento, en el año 2007, la tasa de empleo masculino en la construcción alcanzo al 21% del total de varones ocupados. Esto provocó un extendido abandono prematuro de los estudios en los jóvenes español en pos de trabajos no cualificados, pero bien remunerados. Conviviendo con el dato anterior, diversas encuestas realizadas en el mismo año 2.007, mostraban que la principal aspiración laboral de los jóvenes españoles era ser funcionarios. El panorama de jóvenes parados, que en épocas de crisis, vuelven al regazo familiar y sueñan con ser funcionarios se completa una preferencia abrumadora, de nuestra juventud, por comenzar a trabajar en una multinacional (en torno al 66% según diversas encuestas de los últimos años) frente a tan solo un 10% de los jóvenes españoles que aspira a comenzar su un carrera profesional en una pequeña o mediana empresa.
Este “paisaje mediterráneo” de la juventud española, hubiera sido un excelente contra ejemplo para Max Weber, el autor de La ética protestante y el espíritu del del capitalismo, de haberlo conocido cuando escribió su tesis sobre los “empresarios heroicos”, probablemente uno de los libros de cabecera de Angela Merkel, ella misma hija de un pastor protestante.
Hoy, nos encontramos al final de una campaña electoral, que se ha desarrollado en medio de una inquietante crisis económica y que va a suponer un cambio de gobierno, sorprende el inmovilismo de los electores españoles y de las organizaciones políticas, que han desaprovechado la ocasión para plantear propuestas arriesgadas y nuevas, que nos lleven hacia un cambio profundo de modelo productivo como el que necesitamos. Este inmovilismo de la sociedad española parece apuntar a que los partidos, y los electores, no imaginaran mas receta verdadera para salir de la crisis, que el parcheado de lo existente, y la esperanza de que el ciclo económico de los grandes países emergentes acabe por arrastrarnos y nos rescate de la actual situación, y todo ello acompañado por con una indisimulada nostalgia por el modelo productivo del ladrillo.
¿Como interpretar sí no, que los datos sobre la recuperación del sector turístico tanto en visitantes como en ingresos absolutos hayan sido recibidos con total apatía por esta gran nación que es España? El turismo ha alcanzado el 12% del PIB, entre otras razones, por el derrumbe de los mercados alternativos del mediterráneo que nos está dando sucesivos balones de oxigeno en los últimos lustros. Adicionalmente se espera en los próximos años la eclosión del turismo asiático ¿y, cómo se prepara para ello la tercera potencia turística del mundo? De ninguna manera, borrándolo del debate electoral y social. ¿Cuáles son las propuestas de la CEOE o del 15-M para absorber la mayor cuota posible para España, de esta gigantesca ola de prosperidad (y liquidez) que se espera en el próximo lustro?
Steve Jobs dio un discurso en 2004 en la Universidad de Stanford que se ha convertido en uno de los highlights de las redes sociales de los últimos años. El discurso del fundador de Apple es un canto al sueño americano del self-made-man, del esfuerzo personal y de la superación de las adversidades como motor de la vida personal y profesional. La receta que el presidente de Pixar da a los jóvenes del mundo para vivir una vida profesional plena es “seguir hambrientos y alocados” en pos de sus sueños personales y huir de la rutina. El patrono de Toy Story ha plasmado en su vida la máxima americana de Emerson: “No existe la historia, solo la biografía”.
A Los pupilos de Jobs, Emerson y Weber, les costaría mucho entender, en positivo como se entiende en nuestro país, que la familia española acoge de regreso a sus hijos durante las crisis y les da apoyo hasta que, con la vuelta del siguiente ciclo expansivo, los polluelos vuelven a hacer un intento de salir del nido. Ese bálsamo familiar que nos rescata de la angustia del paro probablemente tenga duraderos y perniciosos contra efectos negativos, que consisten en eliminar la responsabilidad personal sobre el futuro profesional y hacernos vulnerables al subempleo y a jornadas laborales interminables.
La receta para España está implícita en la ética protestante descrita por Max Weber; más individuos, más responsabilidad personal sobre el propio destino y menos tutela del estado o de la familia sobre los ciudadanos individuales. Y no sería un despropósito que en la jornada de reflexión recuperemos, una vez mas, al yanqui Ralph Waldo Emerson; no existe la historia solo la biografía. Al mismo tiempo que reflexionamos colectivamente del porque este gran país solo ha colocado a siete individuos entre los premios novel del mundo.
Fernando Alvarez-Barón Rodriguez
Sociólogo