El coste laboral medio por trabajador y mes asciende a 2.683 euros. Es decir, un punto y medio más que hace tan sólo un año. Y lo hace en un momento en el que la crisis económica se encuentra en pleno auge, las ventas caen de forma sistemática, y las empresas cada vez venden menos.
Un aumento que viene a dar la razón a quienes creemos que la reforma laboral aprobada por el Gobierno no es suficiente. Que va en la buena dirección, pero que debe ir un paso más allá. No hablo de recortar derechos –antes de que se me echen encima los sindicatos- Me refiero a poner un poco de orden en todo el marasmo laboral de nuestro país.
Simplificar tipos de contrato
¿Alguien conoce los cerca de 40 tipos diferentes de contrato? En Primera Hora le hemos preguntado a muchos directivos, y la respuesta siempre es la misma: NO. Por lo tanto, la reforma laboral debería haber profundizado en la simplificación a uno o dos tipos. Pero no sólo eso. Además de abaratar el despido, tendría que haberse ocupado de los costes laborales.
Es imposible que un empresario –con pérdidas, descenso de ventas, facturas impagadas y créditos pendientes- pueda mantener su masa laboral si los gastos en personal suben cada trimestre. Llega un momento en que se convierte en algo insostenible, especialmente para la PYME. No sólo pensando en los empleados ya contratados, es que también convierte en misión imposible contratar nuevos trabajadores.
Reconozco que el Gobierno necesita ingresar dinero, que hay que pagar cotizaciones sociales, pero también a veces conviene renunciar a cambio de ayudar al tejido productivo de este país. ¿Cómo? Menos pago a la Seguridad Social, bonificaciones fiscales por contrataciones a jóvenes, mujeres y mayores de 55 años, etc.
No quiero olvidarme de una cosa: se hace necesario que los sindicatos de cada empresa empiecen a asumir el pacto de rentas firmado con la patronal. Es decir, que se congelen realmente las subidas salariales. Pero hay que ir un paso más allá.