España en Stagflation. El peor escenario posible.

Este dato, junto con el crecimiento estimado por “organismos internacionales como el FMI, la Comisión Europea, el BCE, y otros, que indican que España tendrá un crecimiento negativo (o decrecimiento) a grosso modo de entre 0,7% al 2% para este año y un porcentaje similar para el próximo”, colocan a nuestro país en una situación que la ciencia económica denomina “stagflation” (mezcla entre Stagnation (estancamiento) e Inflation (inflación), o en su “traducción deficiente” al español de “estanflación”, una mezcla entre estancamiento económico e inflación al mismo tiempo. Esta situación, relativamente novedosa en nuestro país, es una de las peores situaciones a las que nos podemos enfrentar los ciudadanos: estancamiento porque no se crean puestos de trabajo en una situación con una tasa calificada por algunos economistas como “extravagante”, e inflación, que merma los ya reducidos ingresos de una buena parte de la población. Pero, ¿por qué es el peor escenario posible?

Por una parte, la dificultad de desarrollar políticas monetarias y fiscales expansivas que reactiven una economía recesiva se deriva de que éstas empeoran el comportamiento de los precios generales, mientras que las políticas monetarias restrictivas para contener la inflación, lo que hacen es profundizar más aún el componente recesivo de la economía. Esta situación a la que nos enfrentamos hace que nuestro gobierno se encuentre en una tesitura de “perder-perder” (a la que también se enfrenta en otras muchas cuestiones como los recortes presupuestarios, que por un lado ayudan a equilibrar nuestro balance público, pero por otro lado “ahoga” la economía, reduciendo la capacidad generadora de puestos de trabajo y de recaudación). Se trata también, en suma, del peor de los escenarios posibles desde el punto de vista de la toma de decisiones políticas.

Los bancos centrales, en una situación de estancamiento económico o de bajo crecimiento, normalmente establecen medidas de reducción de tipos para reactivar la economía. Pero en una situación donde los tipos son prácticamente cero, el margen de actuación no existe.

Al gobierno prácticamente sólo le queda apretarse más aún el cinturón con la esperanza de que algún día tengamos superávit para empezar a amortizar nuestra abultada deuda. Sólo quedan medidas de activación de la economía a base de legislar la liberalización de la mayoría de sectores, eliminar trabas a la libre competencia, y libre establecimiento, promover la unidad de mercado y cuestiones por el estilo. Tirar del talonario ya no es posible.

Pero el problema también lo es desde el punto del bienestar ciudadano: en un entorno recesivo con un 25% de desempleo, lo único que podemos esperar es un incremento de esa tasa, que algunos alcanzan a estimar en el 30% –aunque en mi opinión, posiblemente se situará en el entorno del 27-28%–. Eso dependerá de múltiples factores, entre ellos las condiciones de nuestro evidente rescate general de la economía.

Si a esta tasa “extravagante” de desempleo le sumamos que las rentas han menguado durante la crisis, que se han cerrado casi 200.000 empresas en España, que los ingresos medios de autónomos están por debajo de los 12.000 euros anuales, y que la situación apunta a que e sos datos empeoren aún más, a nadie le tiene que extrañar que una situación así unida a una situación de precios crecientes, es insostenible siquiera a medio plazo.

Atención, que he hablado de una economía estancada, que es a lo que se refiere el término Stagflation. Para nuestro caso tendríamos que considerar que no tenemos una situación de estancamiento, ni en estos momentos ni en 2013, sino que nuestro PIB seguirá bajando. Además de los problemas indicados, nos encontramos con que el “pastel” es más pequeño y las partes a dividir siguen más o menos iguales. Me temo que las tensiones sociales están servidas.

Manuel Caraballo Callero
Economista