Según las viejas normas del oficio, no debería hablarles en este medio de la entrevista que otro medio ha realizado a Howard Schultz, máxime cuando la charla con el CEO de Starbucks ha tenido carácter de exclusividad. Pero, como digo, eso es según las viejas normas, que tienen más de viejas que normas.
Dice don Howard, entre críticas al poder y un optimismo a prueba de balas, que si el beneficio es la única meta por la que se rige una empresa, se trata de un objetivo superfluo y que acaba por ser contraproducente para la propia empresa. También afirma que la pérdida de honestidad y transparencia es la mejor explicación de la crisis, y por eso exige a los gobiernos que se dejen de electoralismos de baratillo y se sienten a entender, de verdad, que la gente común está pasando las de Caín. Y actuar en consecuencia.
También ayer cayó en mis manos una secuencia del largometraje Glenngarry Glen Ross, que retrata una sesión de coaching comercial con las claves de venta de toda la vida. Ya saben: cierres, coacciones, etc. Les hablaba antes de viejas normas. Y aquí está la prueba de por qué ya no valen: con sus palabras, el jefazo de Starbucks se ha ganado mis preferencias comerciales por encima de cualquier vendedor, políticos incluidos, por entrenado que esté con las técnicas de siempre. Y se lo dice uno que ha tenido que ganarse las lentejas como comercial. Inviertan en Relaciones Públicas, y sobre todo en Responsabilidad Social Corporativa. Saldrán ganando.