Para ello debe pujar por la entidad catalana en subasta, compitiendo con entidades como IberCaja, Santander o Banco Popular.
Pero ya no es sólo eso. Tendrá que recibir el apoyo del BdE, que no es partidario de que entidades con ayudas entren en procesos de fusiones y adquisiciones.
Más allá de normativas. No parece lógico que la entidad más afectada por el deterioro inmobiliario -11.000 millones y una mora superior al 7%- se lance a por la caja catalana, que tiene una tasa de morosidad del 8,3% y que también presenta un gran deterioro inmobiliario.
Por mucho que nos empeñemos, una entidad mala y una entidad peor, no dan lugar a algo bueno. Más bien al contrario. De ahí saldría una mala entidad financiera. Es, parafraseando a Ana Botella, "como juntar peras con manzanas".