Llegará la primavera

Pero no hay quien se aclare. Bastaron solo unas horas para que la agencia de calificación de riesgos Moody´s, lanzara un comunicado en el que duda de que los escenarios considerados en ese Informe sean los adecuados.  Esta noticia, aún matizada en un comunicado posterior, tiene una carga de profundidad considerable sobre las conclusiones que se están manejando. Podría pasar si, por cuestión de criterios, hubiese una diferencia razonable.

Pero no es eso. Las estimaciones de Olyver Wyman maneja unas cifras que, en números redondos rondan los 55..000 millones cuando la cifra estimada por Moody´s,  en su banda superior, es de casi el doble. ¿Cómo es posible esta diferencia?. ¿Cuál es la objetividad que se quiere transmitir?. ¿Hay otra intención en el contrainforme de Moody´s?  En su opinión, el escepticismo de los mercados podría socavar la credibilidad de los escenarios supuestos. Naturalmente. Esto sucede cuando alguien desconfía de las hipótesis  y añade más riesgo al inicialmente previsto. La desconfianza en los escenarios y en las consiguientes conclusiones alejan todos los supuestos hacia hipótesis mucho más pesimistas, Y así, entramos en un bucle perverso que nos hace recordar a Thomas Carlyle cuando decía que la Economía era la “ciencia deprimente”.

Y, respecto a las Agencias, recordemos el vendaval causado en Portugal por Moody´s, hace poco mas de un año,  con calificaciones que despertaron protestas incluso de la propia Unión Europea.  O las actuaciones del fiscal Michelle Ruggiero,  acusando a alguna otra agencia de provocar una desestabilización de la imagen de Italia;  con las consecuencias evidente en los mercados financieros. Y en España, aquí y ahora ¿Nadie dice nada?  ¿O todo el mundo teme a esa espada de Damocles que es la amenaza de disminuir la calificación del país?

Resumiendo. El tema, para cualquier informe, es definir cual es la última vuelta de tuerca que se debe dar a los escenarios económicos previstos, cual es el umbral de lo probable y que sentido objetivo puede darse a la famosa “prudencia valorativa”. Pero, a modo de ejemplo,  demos un salto en nuestra imaginación. Supongamos, ahora que se aproxima el invierno, que debemos calcular las necesidades futuras de calefacción. Para ello podemos considerar todas las temperaturas que queramos. Incluso las más gélidas. Pero siempre habrá que contemplar un último escenario. El de que siempre llegará la primavera.

 

José Antonio Saldaña Peña