Lo más buscado de la primavera: familia política

José Iván Rosa es abogado del Estado pero también desde 2006 marido de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Saez de Santamaria. Él y la esposa del secretario general de los socialistas en el Congreso, Eduardo Madina, son los nuevos fichajes de Telefónica. Desde el grupo socialista han tratado de evitar las comparaciones y sí puntualizar las diferencias. Sostienen que no es lo mismo ser el marido de la número dos del Gobierno para las futuras regulaciones o cambios que puedan afectar al mundo de las telecomunicaciones, que dirigir a 110 diputados en la oposición. Claro que cuando ofrecen el tercero de los argumentos para la respuesta afirmativa de Paloma Villa (la esposa de Madina) el hilo argumental se viene abajo para dar paso a una triste justificación con carencias éticas y sarcasmo hasta la saciedad: “es que estaba en el paro desde el mes de diciembre, cuando terminó sus labores en Exteriores bajo la tutela de Trinidad Jimenez. No la ha llamado ninguna empresa y eso que había echado unos 15 currículum en empresas y claro, no iba a decir que no”. ¿15 currículum en tres meses? Una de dos: o no quería trabajar o esta excusa es un insulto a la inteligencia. 

Vamos al resto. De momento el marido de Soraya no se ha echado para atrás y no ha rechazado la oferta, siguiendo los pasos Ignacio López del Hierro, marido de la presidenta manchega, María Dolores de Cospedal, y del hermano del director de la oficina eocnómica de Moncloa, Álvaro Nadal, que sí lo hicieron tras el revuelo ocasionado cuando se conocieron las intenciones de REE.  Se trata de una práctica habitual que las grandes empresas fichen a ex presidentes como Felipe González y Aznar, ex ministros como Serra o Zaplana e incluso miembros de la Casa Real como el imputado duque Urdangarin. Muchos han salido para defender que no pasa nada, que son personas sobradamente preparadas, con currículum y experiencia justificados y una trayectoria profesional discreta e intachable. Nadie lo pone en duda. La empresa debe conseguir la máxima notoriedad, los mejores profesionales y por qué no, la mejor agenda de contactos, si es con un número 1 (o con acceso a él), mejor que mejor. Pero la experiencia de ese politico's family también era la misma antes de emparentarse con la crême gubernamental. Por no hablar de la falta de ética que demuestran -insisto, no las empresas que al fin y al cabo juegan sus cartas- sino estos individuos al aceptar el juego.