Me gusta el NO euro por receta

Me gusta que no se confunda la velocidad con el tocino y que se deje aparte la disputa territorial, aunque el runrún de fondo pueda tener algo de vendetta contra la Generalitat. Me gusta que se tire de las orejas a un Gobierno que conocía el informe preceptivo desde junio y se la envainó en el Parlamento catalán por pura prostitución electoral, el mismo escenario desde el que después ha azuzado el fantasma independentista con la premisa de “cuanto peor, mejor”.

Me gusta que tenga que ser todo un ministro quien salga a dar la cara por toda una clase política que no tiene ni la más remota idea de las estrecheces por las que pasan estudiantes, jubilados, parados de larga duración y setencientoseuristas. Me gusta que agache las orejas para con ese furgón de cola de una sociedad, que todavía no ha terminado de despertar de la época del pelotazo del ladrillo, otrora llamado prosperidad.