La última travesura del griego Yorgos Papandréu le ha llevado a jugar con gasolina, y estar a punto de provocar un incendio de magnitudes inimaginables en el conjunto de la Unión Europea. El Primer Ministro va a seguir adelante con su plan de someter a referéndum el nuevo paquete de ayudas europeo. Una decisión democráticamente impecable, pero que llega 14 meses tarde y que al ser un todo o nada puede dar al traste con los anhelos de crear una moneda única que permita a los 17 competir en el terreno internacional frente a potencias como Estados Unidos, China o Brasil.
Papandréu ha regado de gasolina la zona euro, y la llama pueden prenderla sus ciudadanos. Basta con un voto negativo a la permanencia en Europa, cuestión que quiere someter a votación Papandréu. A priori las encuestas dicen que los griegos son favorables, pero en momentos de crisis y en los que la tensión social son agudos, una consulta popular es como un caballo desbocado: imposible de controlar.
Grecia sitúa, de nuevo, a Europa en una situación crítica a escasas horas de reunirse con las principales potencias del Mundo en el G-20. Será el momento entonces en el que nuestros líderes -con Merkozy a la cabeza- deban dar explicaciones de lo que han hecho hasta ahora. En especial, de la tibieza con la que se ha abordado el asunto griego que amenaza con romper la eurozona y abocar al Viejo Continente a una profunda recesión.