Quiero facilitar al Eurogrupo, a la Troika, al Ejecutivo, a la sota de oros y al rey de bastos, la receta total y definitiva para sacarnos de la crisis, recuperar el empleo perdido, volver a tener fuelle y que más que brotes verdes haya auténticas plantaciones silvestres.
Cuando esta pandilla de lobos disfrazados de personas respetables hablan de reformas, hay una que les pone especialmente sensiblones: la reforma laboral. Es decir, entre ustedes y yo, y por enésima vez, el abaratamiento del despido. Del improcedente, que el procedente ya es gratuito. Es decir, para entendernos del todo, dar una patada en el trasero a quien nos venga en gana porque es fea, calvo, desdentada, tiene la voz chillona o le huelen las axilas. Lo que sea.
Dicen que con ello quienes contratan pierden el miedo a contratar, porque por muy disciplinario que sea un despido la Justicia es tan malvada que por defecto todos los despidos son improcedentes. Pues bien. Les propongo que el Consejo de Ministros de este viernes apruebe que el despido suponga una indemnización… del empleado al empleador, por haberle hecho perder el tiempo o por la excusa que se quiera. Ya verán lo contento que se pone el Eurogrupo. Y la sota de oros. Y el rey de bastos.