El déficit tarifario supera los 25.000 millones de euros y para pagarlo la patronal de las eléctricas dice que como mínimo el recibo nos debería subir en abril un 15% para reducir ese agujero. Está claro que el Gobierno teniendo que hacer frente a un déficit vigilado hasta el último céntimo por Bruselas no puede asumir ese coste para este año. Tampoco los consumidores que auqnue vamos a pagar más en abril, se calcula que el recibo podría increemntarse un 5%, por lo que quedaría camino por recorrer. La gran industria tiene más margen para soportar una mayor subida de la tarifa que el consumidor doméstico. Lo que ocurre es que parece que no están dispuestos, a pesar de cerrar, ejercicio tras ejercio con aumentos en sus beneficios. Pongamos unos ejemplos. Iberdrola ganó el año pasado 2085 millones de euros, un 2,3% más. Endesa 2.212 millones de euros y por las menores plusvalías con respecto a un año antes cuando cuantificó numerosas desinversiones. A priori, margen hay para asumir, al menos, un aplazamiento en el pago de ese déficit, consecuencia, de lo que cuesta, la energía verde, la subvenciones al carbón o la llamada moratoria nuclear. Esto supone aproximadamente un 50% de lo pagamos en el recibo, y es lo que el Gobierno en su día intentó congelar para que los consumidores, cuyos bolsillos no pueden estar más castigados en esta crisis, se ahorrasen un disgusto. El otro 50% de la factura eléctrica lo compone el mercado de la energía que en la teoría maravillosa se regula por oferta y demanda. Lo que no nos cuentan es que entre esos vendedores y compradores se colocan las compañías eléctricas a partes iguales. Ellas son las primeras interesadas en una energía cara (se subastan entre ellos al mejor postor) Lo que no gusta es asumir después la factura de la regulación estatal. Para denunciar esto están los tribunales y logicamente éstos acaban dando la razón a las mismas porque al fin y al cabo, deben cobrar lo que es suyo. El final ya lo conocen…El Supremo manda pagar y al Gobierno no le queda más remedio que repartir la tarta. La mejor política de RSC que podrían hacer estas compañías es quedarse con la porción grande.
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