Que me mareen la perdiz aletargando una decisión que sí o sí ya está tomada, para ir piano, piano y meterla con suavidad, incluso con algún tira y afloja. Mire usted, si lo que quiere es hacerme pasar las de Caín, mejor todo de una. Que algunas medidas son como la depilación: duelen más de golpe, pero el sufrimiento es menos.
Así que, Gobiernos de lo cañí y de lo europeo, de lo nipón y de lo yanqui, pero por la parte que hoy nos toca, Rajoy y tropa de aficionados que tiene por ministros, déjense de hacer perder el tiempo al personal. Déjense de monerías anunciando que (va la retahíla) quizá podría ser que se estuvieran planteando que a lo mejor es posible que lo mismo se decidan ustedes a anunciar en algún momento antes o después… el retraso de la jubilación más allá de los 67 años.
No me tomen el pelo. No me hagan perder el tiempo, se lo repito. Propongan, de una, lo que Adolfo había pensado para los judíos y a ustedes les vendría de perlas para con nosotros: currar a destajo, sin parar siquiera a comer, hacer las necesidades mínimas o echar una cabezada. Cambien las leyes, que para eso están. Les juro a ustedes que en un mes habían resuelto para siempre el problema de las pensiones. ¿Sarcasmo? El mío no. El suyo.