Por si acaso trincamos

Pero sí alguna, como las maneras soberbias que se gastaban algunos diputados a la hora de poner contra las cuerdas a los suyos propios, si era menester, con tal de dar ejemplo y enseñar a los ladrones a serlo, pero no parecerlo.

Estoy pensando, por ejemplo, en aquel Juan Pedro Hernández Moltó capaz de espetarle a Mariano Rubio aquello de “míreme a la cara, de frente”. El tiempo demostró que tampoco el primero era alguien a quien dejar a buen recaudo sus ahorros, pero eran otras maneras, otros tiempos, y también otros tempos. Se sentían tan inmunes que, carallo, no les importaba disparar contra las órdenes del partido, o cumpliéndolas, pero actuando como si no, como si fuera otro cantar de los cantares.

Nada que ver con lo de ahora. La oportunidad de oro que tenía ayer el PSOE para ajustarle la golilla a Miguel Blesa. Que encima no es de los suyos, sino de los apadrinados por el ídolo de masas de la hinchada del PP, es decir, por Aznar. Pero nones. Como intuyen que mañana les puede tocar a ellos trincar, como mucho dicen PP feo, PP malo, PP tonto. Pero de ahí no pasan. No saben. Y quizá no quieren.