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Sobornos y guerra sucia

Noticia es que un mandamás tenga su propia reserva de billetes contantes y sonantes allí donde nadie pueda meterles mano. Noticia es que en plena campaña electoral, un informe deje con las vergüenzas al aire al supuesto corrupto, enemigo a batir del Gobierno central. Cuánta ingenuidad, qué forma de seguir el juego canalla y maldito de súbditos y reyezuelos. Seguimos igual que en el despotismo ilustrado. O antes.

 

Puro fuego de artificio. El poder, y más en países cainitas y de picaresca secular como el nuestro, elige siempre entre dos bandos: el que soborna de forma descarada, y el que lo hace templando gaitas. Pero además, el poder es guerra. Y en la guerra, como en el amor, todo está permitido. Esto es un juego sucio, con muertos, con sangre y con dolor. Como dice el cartel de un campo de fútbol de Montevídeo donde juegan policías contra presos, está prohibido llevar armas… de cuello para arriba.

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