Mis sueños más húmedos

Alguno me dirá que eso es una frivolidad. Ja. Jajaja. Frivolidad es lo suyo, señor mío, señora mía, lo de los protagonistas de mis sueños más prohibidos. Es decir, esa fea costumbre que han adquirido de dar una palmada en la espalda al respetable con la misma mano en la que llevan la jeringuilla de las futuras medidas a adoptar. Curanderos vendemadres y sádicos científicos sociales a partes iguales: lo habéis hecho muy bien, ahora otro poquito.

Oírles hablar sí que resulta pornográfico, y no las inocentes imágenes que pueblan de vez en cuando mi alcoba. Oírles que van a destinar 6.000 millones de euros para 26 millones de jóvenes parados, que salen a 230 euros por barba, una cifra muy desvergonzada para pensar que hablan en serio. ¿Frívolo yo? Falso de toda falsedad. Frívolos ellos por haberse dejado llevar a una segunda recesión convencidos de sus recetas. Seguimos hundidos gracias a ellos. Y eso es más frívolo y pornográfico que el más pervertido de mis sueños.