Un tipo duro es el ministro de Economía, Luis de Guindos, quien ya ostentó la Secretaría de Estado de este mismo Ministerio. Conoce la casa y no se andará por las ramas a la hora de tomar las medidas necesarias para generar confianza, algo crucial para impulsar la actividad económica que redunde en la creación de empleo, entrando así en un círculo virtuoso que reconduzca de verdad la situación.
Otro tipo duro es Cristóbal Montoro, aquél que se empeñó en lograr el déficit cero, en equilibrar las cuentas públicas, logrando que, como toda familia normal, no se gaste más de lo que se ingresa. Catedrático de Hacienda Pública, sabe como nadie cómo funcionan las cuentas públicas. Si a eso le unimos que su cargo de ministro de Hacienda va junto al de Administraciones Públicas, es posible que en un futuro veamos las cuentas del conjunto de las Administraciones equilibradas. A ello contribuirá que la mayoría de las autonomías están gobernadas por el PP, y saben que Rajoy confía en el profesor Montoro y quien no haga sus deberes estará en el punto de mira.
Ana Pastor regirá el plato fuerte de las inversiones del Estado. La ministra de Fomento debe perseguir el objetivo de dinamizar la economía nacional, para que las infraestructuras sigan sirviendo para acercar personas y ciudades a la par que generan empleo. Sobre la mesa, el plato fuerte de las privatizaciones de aeropuertos, y para esa negociación se necesita alguien firme. Rajoy conoce bien de cerca a Pastor, pues en su día fue su mano derecha. Otra veterana para el equipo económico.
Otro veterano es Miguel Arias Cañete, que vuelve a la cartera de Agricultura. En su día fue el muro contra el que chocaba una y otra vez el comisario europeo Franz Fischler, y logró una negociación ventajosa para España en la PAC. Ahora hay que volver a negociar y nadie mejor que Arias para ello. En Medio Ambiente también deberá manejar presupuestos jugosos, por lo que la mano férrea será también necesaria.
Lo mismo ocurre con Industria, Energía y Turismo, la cartera del canario José Manuel Soria. Este Ministerio será clave para buscar un recambio al modelo económico basado en el ladrillo. Industria y Turismo serán piezas claves para ello, mientras que en Energía deberá también reformar el modelo energético y negociar con las eléctricas el espinoso asunto del déficit de tarifa.
Dejo para el último lugar a Fátima Báñez. Simplemente porque apenas la conozco. Lleva cuatro legislaturas en el Congreso y en esta última ha sido la mano derecha de Soraya en la portavocía del Grupo Popular. Dura tarea tiene por delante, con cinco millones de parados y unos agentes sociales poco proactivos y más bien con pocas ganas de dar su brazo a torcer, amén del desastre de las cuentas en la Seguridad Social. El presidente de la patronal sabe que a las empresas les queda poco margen para negociar, muchas de ellas al borde del colapso, ahogadas por la falta de crédito. Por el otro lado, los sindicatos saben que la espada de Damocles está sobre ellos, sobre todo cuando mucha gente pide un nuevo modelo sindical y retirar las subvenciones a unos sindicatos que han llevado al desempleo a muchos trabajadores, por culpa de su intransigencia en la reforma de los convenios colectivos y a la del despido. Muchas tareas en la mesa de Báñez que deben ir poco a poco resolviéndose para así poner freno a la sangría de empleos que nos está costando esta crisis.
Por todo lo dicho, se necesitan tipos duros, que pongan los puntos sobre las íes y dejen claro que por encima de intereses personales o colectivos está el interés general, de un país que necesita recuperar el pulso y retomar la senda del crecimiento con un Gobierno que genere, sobre todo, confianza y optimismo. Y para eso los tipos duros son una pieza clave.