Verónicas ante la crisis

No creo que la crisis se lleve por delante la Fiesta, pero la va a dejar muy tocada. Ganaderías que cierran, que llevan a sus toros al matadero, que convierten miles de hectáreas de dehesa de encina y alcornoque, de pantanos y cigüeñas, en tierras de barbecho, sin vida, esperando una subvención europea que ya no llegará, o un pelotazo urbanístico imposible. Caballistas, vaqueros, perros y empresarios se van al paro.

Hemos leído estas últimas semanas varios artículos alertando de un futuro muy negro, pero sin dar soluciones. Se pide que todos los estamentos taurinos luchen juntos, pero no en qué dirección, que se mojen, pero no hasta dónde. Hay veces que tienes que cambiar tantas cosas, mover a tanta gente, cambiar tantos procesos, que no sabes por dónde empezar. Sobre todo cuando cambiar una coma en el reglamento taurino cuesta más que cambiar la Constitución, a la que luego se le da patadas dependiendo de una interpretación de envido y yo más.

Se puede empezar por cambiar el formato, ahí es nada. Sí, los seis toros y dos horas, que se convierten en tres si hay sobreros, en cuatro toros en hora y media. Hay que invitar a conocer la fiesta, una corrida, y qué mejor que cortas dosis. Festejos de cuatro toros, un mano a mano de verdad, o de los que ceden testigos a los que vienen arreando. Festejos más dinámicos y que generen afición. Y no sólo en el formato tiempo, sino que abra un rejoneador o cierre un novillero de la tierra. Puede atraer público, y sobre todo el no habitual a las plazas.

Pero no hay que pensar sólo en qué cambiar de la Puerta Grande para dentro. Por ejemplo, los precios, no se puede cobrar lo mismo para ver al último del escalafón que al primero. La política de precios debe cambiar, adecuarse al tipo de espectáculo, ganadería, y además combatir de esta manera la reventa, uno de los males de imagen del toreo.

Publicidad y comunicación: Sólo he visto carteles de toros en los alrededores de las plazas y en bares de aficionados. Hay que abrirse, generar expectación, mojarse, currarse un buen plan de medios, generar cobertura y afinidad (está claro), pero fuera del círculo fácil de los aledaños del coso. Las oportunidades de redes sociales o Internet en general es otra de las asignaturas pendientes.

Los toreros del G-10, siguiendo este punto de comunicación o de repercusión en medios, han de estar en todas las plazas. Seguramente sean éstos los que abran puertas grandes, corten orejas, o hagan que la gente salga dando pases de la plaza. Y esto es presencia en medios, en tertulias, en que se hable de cómo cuajó una faena o qué le hizo a tal o cual toro. Perdemos oportunidades, aunque esté de acuerdo con su reclamación de derechos televisivos, hay que estar con la Fiesta, tragar saliva y salir al paseíllo.

Investigación: ¿Ha preguntado alguien si le ha gustado la feria a los aficionados? ¿Qué cosas cambiaría, qué mejoraría, qué le ha sobrado? No.

Por último, quitarnos muchos de los estereotipos de los empresarios, de la barriga y el puro, y dejar que entren nuevos emprendedores, formados, que sepan llevar una gestión que se salga de lo tradicional (y negativo), de la gestión de las plazas. Me ha sorprendido el Curso Superior en Dirección de Empresas y Actividades Taurinas que se imparte en el  CEU. (http://www.business-school.ceu.es/programas/superiores/direccion-empresas-actividades-taurinas.php) esperemos sea una entrada a una nueva generación que piense como empresa, empresa.

Alejandro L.-Riobóo