Más como la de Vigo

 Me refiero a la muerte de una anciana en el Complejo Hospitalario de Vigo después de tres horas esperando a ser atendida en Urgencias. Dice la Dirección que nada que ver con los recursos. Dicen los trabajadores que sí. Y miren por dónde, aunque solo sea porque mi hermano es médico, voy a darle la razón a los segundos. Porque sí. Porque ya está bien.

 

La animalada que les decía es la siguiente: tiene que haber más casos como este, no sé la cifra, pongamos 10, quizá 50, tal vez 200, para que a todos se nos meta en la cabeza que no es sostenible un país que no puede atender a sus ancianos y que paga asesores de partido a razón de 21.000 euros mensuales, o escritoras de discursos a razón de 6.000 euros la pieza. Ni usted, ni yo, ni la anciana de Vigo se merecen que a esta desvergüenza se le llame democracia por el mero hecho de que cada cuatro años, o cuando toque, se cambien los cromos de color.

Esto es economía. Quizá es lo único que queda de verdadera economía en este sistema que nos hemos dado de ingeniería contable con repercusión en una Bolsa de Valores, que ni es bolsa ni tiene valores. Es nuestro dinero, y debemos empezar a decidir en qué se lo gastan.