París, la capital olímpica, afronta uno de los desafíos más mayúsculos de su reciente historia: el reto de celebrar, por vez primera y sin sobresaltos, la ceremonia de inauguración de los Juegos fuera de un estadio, y en las laderas de un río Sena rebosante por los 326.000 espectadores y más de 200 Jefes de Estado y de Gobierno que presenciarán el desfile.
«No habrá un lugar en el mundo más seguro», ha subrayado estos días su alcaldesa, Anne Hidalgo, para atajar las sombras sobre un quebradero de cabeza para el Comité Organizador de Paris 2024 debido al contexto geopolítico actual, y la tensión multiplicada por las guerras en Ucrania y en la región de Oriente Medio.
Para ello, Francia se ha convertido en una fortaleza. En los aeropuertos, estaciones de metro y tren, en cada esquina por los alrededores del Sena y el Hotel de Ville, el ayuntamiento, se dejan ver centenares de los 45.000 gendarmes y militares, ametralladoras en mano, que llenan sus calles con su efecto disuasorio.
«Nunca había visto tanta policía en la ciudad», apunta un camarero español en un establecimiento cercano al ayuntamiento, donde se ha instalado ‘La terrase des Jeux’, una ‘fan zone’ en la que se puede jugar al baloncesto, practicar atletismo en una pista, ver cualquier competición de los Juegos y relajarse más tarde con la música en un concierto.
La ‘terraza de los Juegos’ linda con el entramado de 44.000 vallas desplegadas a ambas orillas del Sena junto a 10.000 soldados y 20.000 miembros de seguridad privada, pendientes todos de la parada fluvial de 6 kilómetros en la que 90 barcos que transportarán a las 206 delegaciones, entre ellas la española con Marcus Cooper y Támara Echegoyen al frente de parte de sus 382 miembros.
Uno de estas embarcaciones podría ser el ‘Matilda’, un vetusto casco de madera cruda y granate que este miércoles permanecía amarrado junto a otro más moderno, alfombrado por césped artificial y calado con la anillada bandera del COI a un tiro de piedra de la Columna de Julio en la simbólica Plaza de la Bastilla.
Los ‘aros’ junto a la Bastilla ondean cerca de donde se podrían desplegar más de un centenar de agentes submarinos, 200 equipos con canes, 700 bomberos y 650 francotiradores apostados en los tejados de los edificios colindantes para responder a cualquier amenaza: islamista, nuclear, radiológica, bacteriológica o química.
Además, dos horas antes del inicio de la ceremonia se cerrará el espacio aéreo de París en un radio cercano de 150 kilómetros, permanecerán inactivos los aeródromos de Roissy, Orly, Le Bourget y Beauvais y un ‘ejército’ de drones, helicópteros y aviones de combate neutralizarían una eventual amenaza.
NIVEL DE ALERTA «EXTREMADAMENTE ALTO»
El ministro del Interior francés, Gerald Darmanin, admitió que el nivel de alerta declarado es «extremadamente alto», aunque aclaró que no han detectado ninguna «amenaza específica» que afecte a la seguridad de los Juegos de la pospandemia.
No obstante, el dispositivo de seguridad se ha alimentado con la presencia de efectivos de otros países caso de España, que ha desplazado a militares del Ejército de Tierra, policías nacionales y guardias civiles, y también del servicio de inteligencia israelí, el Mosad. «El riesgo cero no existe», admitió el presidente de la República Emmanuel Macron.
A escasos tres kilómetros de la Bastilla y Matilda, el Centro Nacional Pompidou, que tiene una ‘sucursal’ en Málaga en forma de cubo multicolor, ha mudado su fachada en un lienzo anaranjado chillón para acoger la inauguración de la exposición ‘El arte de la victoria’ de la multinacional de material deportivo Nike.
La muestra celebra el viaje que supuso la tecnología ‘Air’ y presenta el proyecto A.I.R., acrónimo de ‘Atleta, Imaginación y Reacción’, que integran 13 deportistas excelsos de todos los ámbitos, y que van a marcar la senda de los avances de la tecnología del futuro. Están las zapatillas de Eliud Kipchoge, quien podría lograr en París una gesta imposible: su tercer oro olímpico consecutivo en maratón.
También recoge la expo las botas del noruego Erlig Haaland, las del madridista Vinícius júnior y las de su recién compañero Kylian Mbappé, el nuevo ídolo del Bernabéu y de una Francia que se ha blindado (como nunca) hasta los dientes. La capital olímpica pretende así asumir ese reto para espantar las sombras y que la Torre Eiffel y el Sena iluminen, más que nunca, al movimiento olímpico y a un mundo sumido en las tinieblas. «En tiempos oscuros, nuestros valores olímpicos importan más que nunca», recalcó este lunes el presidente del COI, Thomas Bach.