A veces inventos más simples que el mecanismo de un chupete pueden hacerte rico en un santiamén. ¿Es posible que una tarde de escuela, ayudando a tus hijas con la elaboración de unas pulseras, inventes un aparato que te haga famoso en el mundo entero? Y no quedar ahí la cosa, hacerse famoso y facturar 100 millones de euros anuales tras una inversión inicial de 10 mil euros.
Esto ya ha pasado y se llaman “pulseras de la suerte” hechas con gomas de colores tejidos con Rainbow Loom. Se venden 500 mil unidades al mes y todo el mundo luce una de estas pulseras, desde la gente de sangre azul hasta los plebeyos. El inventor se llama Cheong Choon Ng, un malasio que era hasta hace poco un trabajador de Nissan que ha dejado su trabajo en la compañía para vender bastidores con los que puedes crear, incluso, una americana.
Lo inventó, nadie quiso comprarle el invento, a pesar de haberse recorrido todas las jugueterías, pero no dejó de la mano del destino su Rainbow Loom. Encargó a China la fabricación de sus telares de tejer gomas e hizo tutoriales en la plataforma Youtube con la ayuda de sus hijas. Y ¡Voliá! Las gomas y el artefacto tejedor se venden como churros en todo el mundo.
¿Sus hijos o usted mismo tiene alguna de estas pulseras en la muñeca? Si es así, debe saber que es muy probable que lo que lleve sea una imitación porque no hay distribuidor oficial en nuestro país. Y aunque en España aún no tiene partner, sí que hay una juguetería en Madrid, en Paracuellos del Jarama, llamada “The Kiddyland” donde cuentan con esta marca revolucionaria desde hace unos 2 meses. María Merino, la gerente de la tienda nos cuenta que este producto les llegó de la mano de una clienta que lo compró en EEUU y se lo llevó para que lo echaran un ojo. A partir de ahí, sigue Merino, “intentamos hacer un pedido a EEUU sin éxito, finalmente encontramos un proveedor en Austria al que le hicimos el primer pedido. Actualmente Rainbow es el producto más vendido de los últimos 3 meses y lo estamos mandando a toda España”.
Pero hay un problema con el que Cheong Choon tiene que lidiar: las imitaciones que le han salido sin pagar ni un euro por ello, asunto que le está llevando a pleitear en los juzgados. Merino reconoce que cuando comenzaron a comercializarlo les sorprendió muchísimo encontrar tantas imitaciones del producto en las tiendas de chinos o papelerías “aunque la calidad no tiene nada que ver, ni el telar ni las gomas”, apuntan desde “The Kiddyland”.
¿Es un negocio con futuro? Seguramente no, pues parece un negocio de los llamados “pelotazo” con el que se pueden recoger beneficios pero que tienen poco recorrido en el tiempo. Alejandro Martín, desde Hanseatic Brokerhouse cree que «lo importante es llegar rápido porque estos negocios pueden ser rentables mientras dura el boom, el ciclo de vida está limitado por la moda, la continuidad en ventas suele ser misión imposible».