El Ministerio de Defensa de Rusia ha anunciado este domingo la muerte de más de 600 militares ucranianos en una «operación de represalia» por el ataque de Año Nuevo contra las fuerzas rusas en la ciudad de Makíivka, en el este de Ucrania, que costó las vidas de al menos 89 militares. Kiev ha desmentido la información.
El ataque contra Makíivka, en la disputada región de Donetsk, es considerado como uno de los mayores varapalos recibidos por las fuerzas rusas desde el inicio de la invasión de Ucrania hasta el punto de que Moscú se vio obligada a confirmar, de manera inusual, la muerte de los 89 militares. Ucrania estima que la cifra de bajas es mucho mayor: al menos 400 militares fallecidos.
El contraataque ruso, ha informado el portavoz del Ejército ruso, general Igor Konashenkov, ocurrió contra un punto de despliegue temporal del Ejército ucraniano en Kramatorsk, también en Donetsk, y concretamente contra dos dormitorios de unos barracones provisionales que resultaron alcanzados por «un ataque masivo con misiles».
En el momento de los impactos se encontraban en ambos dormitorios más de 700 militares ucranianos, según ha hecho saber el portavoz en rueda de prensa recogida por la agencia rusa TASS.
Además, el portavoz ha asegurado que, en las últimas horas, más de 80 militares ucranianos han muerto en el territorio de la república de Lugansk y la región de Járkov, entre ellos 40 miembros de «los grupos de reconocimiento y sabotaje ucranianos».
El Gobierno ucraniano ha desmentido la información a través de un portavoz militar, Serhii Cherevati. «Es otra muestra de la propaganda rusa», ha afirmado en declaraciones a la cadena británica BBC.