En la primera comparación directa de la eficacia de las vacunas contra la COVID-19 de Pfizer-BioNTech y Moderna, los investigadores examinaron las historias clínicas electrónicas de veteranos norteamericanos que habían recibido cada una de las vacunas. Ambas fueron muy eficaces en la prevención de los resultados de la COVID-19, como la infección documentada, la hospitalización y la muerte. Sin embargo, se descubrió que la vacuna Moderna ofrecía un mayor nivel de protección, incluyendo un 21% menos de riesgo de infección documentada y un 41% menos de riesgo de hospitalización, según publican en la revista’ New England Journal of Medicine’.
«Ambas vacunas son increíblemente efectivas, con sólo raros casos de ruptura –explica la doctora J.P. Casas, miembro del equipo de investigación formado por expertos del Departamento de Asuntos de Veteranos de Estados Unidos (VA), la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard y el Hospital Brigham and Women’s–. Pero independientemente de la cepa predominante -Alfa antes y Delta después-, Moderna demostró ser ligeramente más eficaz».
Los investigadores diseñaron su estudio de eficacia comparativa para abordar la cuestión, hasta ahora sin respuesta, de cuál de las dos vacunas de ARNm es más eficaz. La eficacia se midió en términos de cinco resultados relacionados con la COVID: COVID-19 documentada, enfermedad sintomática, hospitalización, ingreso en la UCI y muerte. Los investigadores se basaron en las historias clínicas electrónicas de los veteranos estadounidenses que recibieron una de las dos vacunas contra la COVID-19 entre principios de enero de 2021 y mediados de mayo de 2021.
Tal y como se diseñó inicialmente, la investigación se centró en la variante Alfa que predominaba en ese momento. El estudio emparejó a 219.842 receptores de la vacuna de Pfizer con el mismo número de receptores de la vacuna de Moderna. Los dos grupos se emparejaron en función de una serie de factores clínicos y demográficos que podrían afectar a los resultados.
Durante el periodo de seguimiento de 24 semanas del estudio, el riesgo estimado de infección documentada fue de 4,52 eventos por cada 1.000 personas en el grupo de la vacuna Moderna y de 5,75 por cada 1.000 en el grupo de Pfizer. Esto representa un exceso de 1,23 casos de infección documentada por cada 1.000 personas en el grupo de Pfizer. Los investigadores también observaron un exceso de COVID-19 sintomático (0,44 eventos), hospitalización (0,55 eventos), ingreso en la UCI (0,10 eventos) y muerte (0,02 eventos) por cada 1.000 personas en el grupo de Pfizer en relación con el grupo de Moderna, pero estas diferencias fueron menores.
Este patrón de menor riesgo para Moderna se mantuvo en una fase adicional de la investigación que cubría un marco temporal con Delta como cepa principal. En esta comparación, el exceso de riesgo de infección documentada durante 12 semanas fue de 6,54 eventos por cada 1.000 personas para la vacuna de Pfizer, en comparación con Moderna. Dado el menor tiempo disponible para esta investigación complementaria, la infección fue el único resultado que analizaron los investigadores. Además, las estimaciones se consideraron menos precisas porque un menor número de individuos fueron elegibles para este análisis.
Los ensayos aleatorios que comparaban las vacunas de ARNm con placebos habían demostrado previamente que ambas vacunas eran muy eficaces contra la infección sintomática por COVID-19 (95% de eficacia para Pfizer-BioNTech, 94% para Moderna), y se observaron beneficios similares en el uso de la vacuna en el mundo real.
«Dada la elevada eficacia de las vacunas Moderna y Pfizer, confirmada por nuestro estudio, se recomienda cualquiera de ellas a cualquier persona a la que se le ofrezca la posibilidad de elegir entre las dos», dijo la primera autora del estudio, la doctora Barbra A. Dickerman, instructora de epidemiología de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard–. Sin embargo, aunque las diferencias de eficacia estimadas fueron pequeñas en una escala absoluta, pueden ser significativas si se tiene en cuenta la gran escala poblacional a la que se aplican estas vacunas. Esta información puede ser útil para los órganos de decisión más amplios».
El amplio sistema de registros de la VA, que abarca a millones de pacientes en todo el país, permitía un tamaño de muestra muy grande. Esto, a su vez, permitió al estudio identificar incluso pequeñas diferencias de eficacia entre las vacunas de Pfizer y Moderna. Los investigadores utilizaron una metodología conocida como inferencia causal para reflejar lo más fielmente posible un ensayo aleatorio, el estándar de oro en la investigación sanitaria. La inferencia causal es un tipo de análisis de datos que ayuda a los investigadores a sacar conclusiones firmes sobre la causa y el efecto.
Entre los expertos en inferencia causal del equipo de investigación se encuentran Dickerman y el doctor Miguel A. Hernán, profesor de bioestadística y epidemiología de la Escuela de Salud Pública de Harvard y director del laboratorio CAUSAL de la escuela. Dickerman, Hernán y Casas codirigen el Núcleo de Métodos de VA-CAUSAL, una asociación entre VA y Harvard centrada en el desarrollo de nuevos métodos de inferencia causal en la investigación.
Uno de los principales retos de esta investigación fue garantizar que los grupos de vacunas en estudio fueran comparables con respecto a atributos, distintos de la vacuna recibida, que pudieran predecir la infección o la gravedad de la enfermedad. Las bases de datos del VA permitieron a los investigadores caracterizar con precisión a los receptores de cada tipo de vacuna y emparejarlos estrechamente en cuanto a edad, sexo, raza, ubicación geográfica y otros atributos que podrían afectar a los resultados relacionados con la COVID-19.