Tras cerrar el 2021 con el precio de la electricidad en máximos históricos, la Comisión Europea ha iniciado el nuevo año dejando sobre la mesa su propuesta de calificar la energía nuclear y el gas natural como energías verdes.
La intención de etiquetar como tecnologías renovables estas dos fuentes de energía ha abierto un debate generalizado frente al que algunos países, entre ellos España, ya han mostrado su rechazo a la postura de la Comisión Europea.
Para comprender la cuestión en profundidad, Diego Mateos, experto energético y Director General de Gese Servicios Energéticos, analiza mediante una curiosa metáfora el panorama energético actual, qué se considera energía renovable y cuáles son los intereses de Europa para proponer considerar “verdes” la energía nuclear y el gas.
¿El gas natural y la energía nuclear pueden considerarse energías renovables?
Había un famoso juego en el que cuando se anunciaba en televisión decía eso de “Aceptamos pulpo como animal de compañía”. Está claro que la aceptación del pulpo como animal de compañía solo podía tener sentido dentro de la negociación propia del juego. A los que nos gusta el pulpo no podemos considerarlo animal de compañía, ya que nos dura poco tiempo en la nevera.
En este juego de negociaciones, poderes e intereses que es Europa, nos lleva a situaciones absurdas y a tener que aceptar finalmente que el pulpo vaya a ser considerado como un animal de compañía y el gas natural o la energía nuclear como energías renovables.
Por lo tanto, ni el gas natural ni la energía nuclear son por definición energías verdes, ¿verdad?
Efectivamente. Para cuestionarnos si se puede o no considerar renovable estas energías tenemos que tener claro cuál es la definición de energía renovable. Renovable se considera aquellas fuentes de energía basadas en la utilización de recursos naturales: el sol, el viento, el agua o la biomasa vegetal o animal. Se caracterizan por no utilizar combustibles fósiles, sino recursos naturales capaces de renovarse ilimitadamente.
Lo mismo que un animal de compañía es aquel animal doméstico (que se cría, se reproduce y convive con personas y no pertenece a la fauna salvaje) que vive en el hogar con la finalidad de obtener compañía.
Lo gracioso de este asunto es que los que proponen semejante barbaridad no se ponen ni lo más mínimamente colorados. Y esto es lo que tienen los políticos, que pueden soltar las barbaridades más grandes y los ciudadanos nos quedamos atónitos ante el circo que montan ante nuestros ojos.
Por tanto, ¿de dónde surge la propuesta de la Comisión Europea de modificar la clasificación de energías verdes para incluir en ella la energía nuclear y el gas natural?
El mundo en general y Europa en particular nos hemos empañado en salvar el planeta, pero lo queremos lograr con las técnicas de los malos estudiantes: estudiando el último día. Y como les suele pasar a los malos estudiantes, cuando dejan el trabajo para última hora, se llenan la cabeza de pájaros fantaseando que aprobarán el examen sin esfuerzo.
En Europa hemos decidido poner un examen muy difícil, de esos que aprueban pocos e incluso puede que al final no apruebe ninguno. El examen final es el año 2050 donde nos hemos puesto como objetivo la neutralidad en carbono, pero antes tenemos el parcial del año 2030 donde tenemos que reducir nuestras emisiones un 50%. El paquete de medidas «Objetivo 55» incluye una propuesta de revisión de la Directiva sobre Fuentes de Energía Renovables. En ella se aumenta, para 2030, a un mínimo del 40 % el objetivo actual de al menos el 32 % de fuentes de energía renovables en la combinación energética global.
Y aquí es donde empieza el problema, ya que hay países como España que este año más del 44% de su producción ha sido renovable, gracias al viento que ha aportado un 24%, hidroeléctrica un 12% y solar un 8%, pero tenemos otros países como Francia donde la nuclear supone un 77% de su generación y Alemania, donde a pesar de que las renovables representan la mayoría de su generación, el carbón tiene un gran protagonismo. También tenemos países como Bélgica, donde su capacidad de generación renovable es escasa y prácticamente su generación se limita a la nuclear y al gas.
Así que, al examen, unos países llegan mejor preparados que otros. Y a algunos les faltan interiorizar conceptos básicos, que hacen imposible que puedan aprobar salvo milagro o que el profesor de aprobado general.
Y eso es lo que estamos negociando, el aprobado general ante un examen final, el de 2050, que sabemos que es imposible de aprobar. Desde que el Homo erectus descubrió el fuego y lo empezó a utilizar el hombre ha emitido siempre CO2 y ponernos como objetivo el emitir cero carbono es una auténtica utopía.
¿Permitimos que estas energías sean reconocidas como “verdes” siempre y cuando nos ayuden a cumplir los objetivos de neutralidad?
Así es. La lucha de Europa es contra el CO2 y nuestro principal objetivo es reducir la huella de carbono y alcanzar la neutralidad en emisiones. Lo cierto es que la nuclear no emite CO2, por eso Francia tiene un mix de generación con los niveles más bajos de CO2, en torno a 106 grCO2eq/kWh frente a los 177gr de España, 242gr de Bélgica o los 486 gr de Alemania.
Ni el gas ni la nuclear entran dentro de la definición de renovable, no son energías limpias. Puede que la energía nuclear no emita CO2, pero no olvidemos que el gas si emite y no solo CO2. Este es un claro ejemplo de que, en ocasiones, el fin justifica los medios. Y ahora mismo a Europa le interesa etiquetar estas energías como renovables porque pueden facilitar la transición hacia la descarbonización de la economía.
En esta partida los poderosos de Europa están negociando ante nuestros ojos atónitos. Si me admites la nuclear como renovable yo te admito el gas. Y es que cada uno tiene que vender sus tecnologías a los otros países y no quieren perderse la cantidad de millones de euros que Europa va a aportar en fondos para la transición energética. Así que no nos sorprendamos cuando admitamos el pulpo como animal de compañía porque el objetivo es el aprobado general.