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Solidaridad reproductiva, las españolas a la cabeza en donación de óvulos

/COMUNICAE/

Evadonna, la nueva campaña de Clínicas Eva para crear una red de apoyo femenino

Alrededor de 15.000 mujeres se someten en España a un proceso de extracción de su material reproductivo para su posterior donación. Son la mitad de las que lo hacen en Europa, una cifra muy significativa que los expertos relacionan con varios factores, desde una legislación más flexible en materia de reproducción asistida a una cultura de la donación, que, en el caso de los órganos, es uno de los mayores orgullos del sistema sanitario español.

En ambos supuestos, ya se trate de óvulos, de un riñón, de médula espinal o de cualquier otro órgano, es un proceso voluntario, anónimo y sin ánimo de lucro, si bien es cierto que en el caso de los ovocitos las donantes perciben una cantidad simbólica como compensación económica resarcitoria.

En esta remuneración, explican desde Clínicas Eva de reproducción asistida, se encuentra el origen de algunos prejuicios y malos entendidos en relación a este proceso que facilita la maternidad a muchas mujeres que, en edad fértil, padecen enfermedades (síndrome del ovario poliquístico, insuficiencia ovárica o menopausia precoz) que imposibilitan su deseo de ser madres.

La Ley 14/2006, de 26 de mayo sobre técnicas de reproducción humana recoge la posibilidad de obtener una compensación económica por contribuir a la natalidad, un indicador social que viene cayendo en picado en la última década. Resulta importante aclarar en este punto que esa cantidad se recibe en compensación por las molestias físicas y laborales, así como por los gastos de desplazamiento que se puedan derivar de la donación y no supone un incentivo económico.

Otro mito relacionado con la donación de óvulos tiene que ver con la creencia de que el proceso se puede repetir indefinidamente, por lo que se incrementarían sin control las relaciones de consanguinidad. No es cierto, insisten desde Clínicas Eva: la ley antes citada limita en seis donaciones máximas por donante y seis hijos nacidos vivos.

Esta, debe tener entre 18 y 35 años, no padecer ninguna enfermedad genética o de transmisión sexual y  debe haber dado su consentimiento por escrito antes de donar. El anonimato, una de las cuestiones que ha suscitado debate en países del entorno europeo, queda garantizado indefinidamente.

Este asunto, cuentan desde el banco de óvulos de estas clínicas, es una de las cuestiones que se suelen preguntar por parte de las donantes en la entrevista previa, pero no es, aclaran, ni de lejos, lo que más les preocupa. Las cuestiones más repetidas tienen que ver con su fertilidad futura y con cuestiones puntuales como la ingesta de anticonceptivos y las relaciones sexuales durante el procedimiento.

A la primera pregunta, los expertos en fertilidad responden con un no categórico: donar no influye en absoluto en la posibilidad o no de ser madre en el futuro. Negativa es también la respuesta en relación al sexo cuando se está en un proceso de donación de óvulos. No es recomendable practicarlo, advierten, tras comenzar la fase de estimulación ovárica, pues en el caso de una rotura de preservativo se debería suspender el proceso para evitar un embarazo múltiple. Sin embargo, tras la punción ovárica se podrá reanudar la actividad sexual. Durante esta fase, en la que se extraen los óvulos, tampoco se deben tomar anticonceptivos.

La donación, desde la entrevista inicial, pasando por el chequeo médico y hasta la extracción de los óvulos, viene a durar unos dos meses. En este tiempo se estimula hormonalmente a la donante para aprovechar los folículos de esa ovulación. La extracción apenas se prolonga veinte minutos, durante los cuales la mujer permanece sedada.

Los óvulos obtenidos se congelan inmediatamente para facilitar la maternidad de otras mujeres. ¿Y cómo se decide su destino? Surge aquí otra leyenda relacionada con la donación. No, los futuros padres no eligen un bebé «a la carta», sino que son los profesionales de banco de óvulos quienes realizan lo que se denomina matching, que no es otra cosa que asegurar unas correspondencias físicas entre ambas mujeres —donante y futura madre—, además de, por supuesto, la del grupo sanguíneo y la raza.

Precisamente, incrementar la donación por parte de la mujer caucásica es uno de los objetivos con los que nace la campaña Evadonna, reclamo para la creación de una red solidaria de mujeres que ayuden a otras a ser madre.

Son aquí las redes sociales y su gran poder de comunicación y convocatoria las responsables del mayor número de adscripciones al programa. Aunque el «boca a boca» funciona, finalizan desde estos centros, la mayoría de donantes llegan a través de las omnipresentes Facebook e Instagram.

Fuente Comunicae

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